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martes, 12 de febrero de 2013

Materiales: Plumillas, palilleros y cálamos - Pens & Inks

   Últimamente casi todos los dibujos con tintas los hago con pluma estilográfica. Cargo varias con tintas de diferentes colores y con ellas y un pincel de agua en cualquier sitio puedes dibujar con comodidad. Pero resulta que me encanta utilizar las plumillas, que tengo muchas y que para muchas cosas son infinitamente mejores que una estilográfica o un rotulador. De forma que, estando en casa, he colocado encima de la mesa algunas plumillas y palilleros y me he puesto a disfrutar eligiendo, probando y viendo lo bonitas que son. Aunque tengo muchos palilleros sin estrenar, prefiero los que he comprado usados, normalmente en lotes, antiguos y cada uno con su historia, desconocida pero real, como las manchas de tinta que tenían cuando los compré.
Mallat, Gillott, Brandauer Orient Pen, Perry Shakespearian, Spencerian, Gillott Principality, Crow quill, Mallat, Acantus, Ivyson & Phinney
   Parte del placer de escribir, dibujar y pintar, al menos para mi, me lo proporcionan los materiales. Muchas veces es suficiente disfrute y ya no es necesario dibujar nada. Seguramente es una perversión, pero a mi edad no tengo ganas de psicoanalizarme. Me gusta y punto. Además no soy el único.
   Bueno, a lo que vamos. Casi siempre que se habla de plumillas de dibujo, a las que ya he dedicado varias entradas anteriores en mi blog, nos referimos a plumillas afiladas y finas, flexibles, también apropiadas para letra inglesa, por su capacidad para abrirse y variar el grosor de la línea. Cuando las utilizo para dibujar con varias tintas que se diluyen después, me plantean ciertos problemas. Siendo tan finas, marcan el papel con sus afiladas puntas de acero. Esto es lo que permite retener la tinta en el lugar deseado, pues hacen un surco que la tinta no rebasa. Pero para dibujar supone un problema dar lavados de tinta sobre una superficie arañada, que absorbe la tinta y resalta excesivamente las líneas del dibujo
Con ligeras diferencias, todas ellas permiten hacer una línea finísima que puede engrsar según la presión hasta límites inverosímiles. Unos ejemplos:
  Para muchos, la Gillott Principality es una de las mejores, si no la mejor de las plumillas para estos trabajos. En la siguiente fotografía se muestra una aproximación donde se puede ver, con la tinta todavía fresca, qué es capaz de hacer esta maravilla de pluma. Como decía, la tinta, china en este caso, se queda entre los surcos marcados por la plumilla en el papel. De otra forma, tal cantidad de tinta se extendería por las fibras. Dicho sea de paso que ni cualquier tinta ni cualquier papel permite hacer tal cosa. Lo que es cierto es que escribir o dibujar con una plumilla así es un verdadero placer. Y raro, pues es dificilísimo conseguir estas plumillas que tienen cerca de un siglo, algunas más y que son muy buscadas por los coleccionistas y los calígrafos. Lamento haberme desprendido de algunas de las que tenía, pero hay que comprar otras cosas.
   Sirva de consuelo saber que hay plumillas maravillosas que pueden encontrarse fácilmente. Miles de ellas: Blanzy, Baignol & Farjon, Soennecken, Perry, Carl Khun, Heintze & Blacnkertz, Spencerian, Esterbrook, Gillott, Brause... De algunas de ellas puede conseguirse cada caja de una gruesa por menos de lo que vale una Principality.
  Por todo lo anterior, entre las plumillas que tengo he ido seleccionando algunas que eviten estos problemas de las puntas finas. Son plumillas con punta redondeada, biselada, de las que se emplean en caligrafía itálica y similares o en rotulación. Como dejan más cantidad de tinta, suelen llevar un reservorio o estar diseñadas de forma que puedan almacenarla mejor. Dan buen resultado las plumillas del tipo Red Ink Pen, usadas sobre tela, o las de vidrio o porcelana, que no arañan el soporte:
Estas son unas de las que mejor resultado me han dado. La de cristal incluso permite dibujar sobre papel de arroz.

Iridinoid, MacNiven & Cameron Hindoo Pen, Arabian pen Egyptian government, Brause, Perry Planished Ponted
Aunque diseñadas para caligrafía y rotulación en tamaños grandes, este tipo de plumillas puede ser útil para dibujo, pues se pueden conseguir con ellas trazos muy expresivos. Son los Parallel Pens de Pilot su versión más actual.
Soennecken 60 A, Brause Bandzug 5 mm, W. Mitchell's Witch pen, Gillott Lettering pen, W. M itvhell's Poster pen, Hunt Speedball
   Por último, los cálamos. Fabricados con caña, se pueden cortar a la medida y forma deseadas y son suaves y no rascan la superficie del papel. Aunque se venden ya cortados, es fácil hacerlos uno mismo, buscando cañas, si es posible de bambú, del tamaño adecuado. Para algunos trabajos que no requieran mucha tinta, dan buen resultado los chopsticks, palillos chinos, que son de bambú. El bambú, una vez seco es durísimo y permite tallar puntas y biseles finísimos. Los de la fotografía siguiente me los he fabricado yo con la ayuda de una navajita de Albacete, afilada con "a pedra das meigas".

lunes, 3 de octubre de 2011

Plumillas de dibujo - DRAWING PENS

    Cuando vemos algunas plumillas, aunque sepamos que fueron fabricadas para escribir, su diseño nos muestra que deben ser adecuadas para dibujar. Si son afiladas y flexibles, como todas las dedicadas a  copperplate, con seguridad serán maravillosas para el dibujo. En la imagen siguiente vemos el grosor de línea que es capaz de hacer esta plumilla, a pesar de que por su afilada punta, pueda también trazar líneas finísimas.

    No obstante, hay plumillas que fueron expresamente diseñadas y fabricadas para el dibujo. Suelen llamarse Drawing, lithographic, design, Artist pen, art pen, y nombres así. Suelen ser más pequeñas que las dedicadas a la escritura. Si las plumillas normales, dentro de la infinita gama de formas y tamaños existente, miden sobre los 35 milímetros, las de dibujo son algo más pequeñas, de 22 a 25 mm. La lámina de acero de la que se troquelaban era también más fina, son más ligeras y, por lo tanto, más flexibles. 
   Para que una plumilla pueda considerarse "de dibujo", debe ser capaz de trazar líneas al límite de lo visible. Por otra parte, debe de ser elástica, capaz de abrirse para producir diversos grosores de línea. El acero debe ser de calidad suprema y el templado perfecto, para, a pesar de su aparente fragilidad, recuperar la forma inicial. Las malas plumillas, tras un breve uso, pierden sus cualidades, quedando algo separadas las dos partes del tajo, incapaces de mantener su punta original, inútiles ya para el dibujo pues no volverán ha trazar las finas líneas que de nuevas conseguían.
   Para eso, los fabricantes, los mejores de ellos, desarrollaron tecnologías que llevaron a la perfección cada uno de los numerosos pasos del proceso de fabricación de sus plumillas. No era el menos importante de ellos el templado del acero. Como una espada toledana o una navaja de Albacete, ese proceso es el que marca la diferencia: conseguir el punto ideal de dureza, finura y flexibilidad. Es un difícil compromiso entre elasticidad y fragilidad. Proporcionan una exquisita dulzura en su uso, no se rompen, recuperan su forma, siguen haciendo finísimas líneas hasta el final. Éste se produce por rotura, normalmente ocasionada por el óxido y la tinta seca, es decir, por una mala limpieza tras su utilización. Bien cuidada, una buena plumilla puede durar mucho tiempo.


  Estas dos imágenes son fragmentos muy ampliados de un dibujo a plumilla hecho en tamaño DIN-A4, en papel Galgo verjurado de 90 gramos. No sería el más adecuado para dibujar con plumilla, pues su textura no ayuda a que se dibuje con la suavidad que proporciona un papel más satinado. Sin embargo, tiene su encanto, pues las líneas finas, rápidas, dejan un trazo discontínuo, superficial, que añade un cierto carácter a las zonas sombreadas con rayitas paralelas o cruzadas. Para casi todo el dibujo se ha utilizado una Gillott  290, la que se muestra antes de los dibujos. Para las líneas más finas, una Brandauer 518, una de las más afiladas plumillas que conozco.





    Como es natural, hemos empezado mostrando algunas de las plumillas que Gillott creó para el dibujo. Hay que probar cualquier plumilla, pues algunas de ellas nos pueden sorprender. Con Gillott hay poco que probar. Todas son una maravilla. Sobre todo si consigues encontrar plumillas antiguas, con 80, 100 o más años. Es relativamente fácil todavía, aunque cada vez cuesta más dar con ellas, y cuesta más dinero adquirirlas. De todas formas, una de éstas, puede valer lo que una cerveza. Valor y precio siempre ha sido tema vidrioso y resbaladizo. Al final, como tantas cosas, es cuestión de prioridades.

    Éstas que vemos ahora, están fabricadas en Estados Unidos, por Esterbrook o por Hunt. También maravillosas. Son relativamente fáciles de encontrar y también suelen estar bien conservadas. Comprar un lote o una caja de plumillas para descubrir que están oxidadas, es una experiencia frecuente y frustrante, pues estas plumillas antiguas no se adquieren en papelerías y tiendas de bellas artes, sino en mercadillos, anticuarios y, con más frecuencia en coleccionistas y tiendas online. Por eso tienen un precio elevado las supervivientes. Por cada una buena hay que desechar, por óxido, muchas de las compañeras. Si puedo, compro las plumillas en sitios donde no hay mar. Me importa menos cuando el vendedor asegura que su casa está libre de humos o que no tiene gato.




     Por supuesto también en Alemania, Francia y Austria, donde se encontraban otros de los mejores fabricantes de plumillas, se produjeron modelos de extraordinaria calidad. Junto a Birmingham en el Reino Unido, también Boulogne-sur-mer en Francia, Iserlhon en Alemania o Viena en Austria tenían prósperas industrias de fabricación de extraordinarias plumillas: Blanzy-Poure, Cie. Fraçaise, Baignol & Farjon, Brause, Soennecken, Heintze & Blanckertz, Carl Khun, la anglo-francesa Mallat, muy innovadora (y copiada) en sus diseños, etc. Vemos aquí unos pocos modelos de entre la infinidad que ofrecían. Entre ellas una de Brandauer, otro excelente fabricante británico.



    Esta plumilla es la Brandauer 518, con la que se han dibujado las líneas más finas del trozo que aquí se muestra muy ampliado. El fragmento de DIN-A4 que se amplía debe tener 7x10 cm.


  Al ser tan finas y pequeñas estas plumillas, necesitan un portaplumas o palillero especial. Las crow quill, tubulares, uno especialmente fino que se introduce en la plumilla.
    En este palillero de Conté, la parte metálica puede ser separada del palillero, alojándola al revés en el hueco, con lo que queda protegida la plumilla:
 Otros palilleros, por su diseño, pueden alojar plumillas
de diferentes tamaños:
Para ver más plumillas: Spanibs. Mi tienda en ebay

martes, 3 de mayo de 2011

Plumillas y palilleros - Porteplumes - Pen holders - Canello


    Los palilleros o portaplumas que hoy en día podemos encontrar en papelerías y tiendas especializadas ofrecen poca variedad. Serán modelos de madera o plástico fabricados actualmente o, con suerte, hallaremos en alguna tienda antigua palilleros que hayan quedado en un rincón hasta que el vendedor haya recibido tan insólita petición.
    En rastros y anticuarios podemos dar con otras cosas. Con fortuna, algún modelo fabricado cuando las plumillas eran usadas de forma general. Yo los busco en ebay igual que hago para comprar plumillas, pues es la única forma de encontrar en distintas partes del mundo cosas que merezcan la pena. Así he ido reuniendo una pequeña colección, pues nunca vendo los que más me gustan, si sólo tengo un ejemplar.
    Podemos mostrar algunos de ellos, aunque por muchos que aparezcan, igual que ocurre con las plumillas, sólo serán una ínfima muestra de la infinita variedad de modelos, formas y materiales en que se fabricaban.


   Lamentablemente, entre los que tengo no hay ninguno de oro, o con un baño de este metal. No eran infrecuentes, igual que más tarde algunas plumas estilográficas se ofrecían con este acabado. De plata, madreperla, marfil, hueso, laca china... Cualquier material noble podía servir para hacer un palillero para satisfacer un capricho o para hacer un regalo que cualquiera recibiría con aprecio. Sí puedo mostrar algunos fabricados con estos materiales, como los de la foto anterior o el siguiente, de bolsillo, que puede invertirse quedando la plumilla en el interior. En este caso, para no desentonar con el palillero se ha completado con una Principality de Gillott:
  
   Lo más usal es que los palilleros fueran de madera y tuvieran una férula de metal para sujetar el plumín. Por supuesto, los hay de varios tamaños pues también se da esa variedad en el de las plumillas. La diversidad de formas y calidades es enorme. Veremos algunos a continuación:



    He encontrado muchos de madera de haya, pésimamente terminados, simplemente tintados y sin barnizar. Suelo aprovecharlos para, con una navaja de Albacete, ir tallándolos como Dios me da a entender. También chopsticks, palillos chinos que pueden encontrarse fabricados en maderas tropicales, pueden servir para hacer uno propio. Salen cosas como éstas. El de arriba se muestra sin terminar, para que veamos la situación inicial:

    Los más frecuentes son ingleses y de Estados Unidos, aunque también se encuentran franceses, italianos, alemanes, austríacos, australianos, etc. 
    Para letra inglesa (Copperplate), flourishing o engraving, suelen utilizarse los plumines en una posición inclinada, lo que facilita la escritura. O bien se usa una plumilla de bayoneta o un palillero especial que permite que cualquier plumín adopte este ángulo:


    En ebay, he conseguido algunos usados que me han llamado la atención por su forma, su comodidad, o por su rareza:

 
    Por último, uno fabricado aprovechando una púa de puercoespín africano, que hay que manejar con precaución porque, muerto el propietario inicial, sigue pinchando una barbaridad:

Puedes ver algunas de estas plumillas y algunos palilleros en mi tienda de ebay