domingo, 30 de enero de 2011

DAVID ROBERTS (1796-1864)

     
   Pintor escocés (1796-1864), increíble dibujante que fue pintor de decorados al inicio de su carrera, y que por su obra, se podría pensar que nunca dejó de pintarlos. Participó del afán viajero de muchos artistas británicos de la época en que vivió, visitando España durante 1832 y 1833, después de haberlo hecho en el resto de Gran Bretaña, Francia, Alemania y  Países Bajos desde 1824.
Autorretrato
    Su dibujo era perfecto y minucioso, con un dominio excepcional de la perspectiva, de la composición y de la escena. Añadía en sus obras todo lo que a la realidad le faltaba para redondear su visión romántica de los países que visitaba, y solía hacer bocetos en los lugares en que pintaba, terminándolos en el estudio en óleo o acuarela.  


    De su estancia en España son los grabados que publicó en 1837 en la obra “Picturesque Sketches in Spain”. Ofrezco aquí un enlace de la biblioteca  de la Universidad de California, para acceder a un libro de 1935  “Tourist in Spain: Granada” de David Roscoe “ilustrated with drawings by David Roberts” que incluye grabados como los siguientes:
En Granada, hay una calle dedicada al printor y grabador David Roberts, lo que honra tanto al artista como a la ciudad.
Ronda
    En el siguiente enlace pueden contemplarse muchas de sus obras, con especial presencia de las que salieron de sus viajes a Egipto, Nubia, Tierra Santa y en las que se recrea en la ambientación oriental, con una perfección que nos hace dudar si son realmente acuarelas. Hay que tener en cuenta que solía utilizar blanco opaco para nubes y algunos detalles. Véase sino estas barbaridades:



La mejor fuente para descargarse cientos de sus obras, magníficamente escaneadas a gran resolución, es The Library Of Congress, en este otro enlace:

























viernes, 28 de enero de 2011

Algunas hermosas plumillas

    Incluyo algunas fotos de plumillas de caligrafía que destacan por la belleza de su forma. Son plumillas fabricadas en la época en que eran el instrumento de escritura más usual, es decir desde finales del XIX hasta la primera mitad del siglo XX. La pluma estilográfica primero y el bolígrafo después las desplazaron en un corto período de tiempo. 

    En la escuela, hasta los años 60 se usaban. En bancos, correos y demás oficinas, existían tinteros con su correspondientes palillero y plumilla a disposición de los clientes. Gobiernos, bancos colegios, grandes almacenes y otras instituciones o empresas encargaban plumillas grabadas con su nombre.






    Ahora son más objeto de colección que herramientas de escritura. No obstante las siguen utilizando calígrafos y dibujantes, pues su trazo no puede ser igualado por ningún otro medio. Su dulzura y flexibilidad, la gracia de las líneas que varían según ejercemos más o menos presión, las hacen insustituibles para dar vida a los trazos de lo escrito o dibujado. 


     
    Birminghan en Inglaterra, Boulogne-sur-Mer en Francia e Isherlon en Alemania fueron los principales lugares de fabricación, siendo una industria de gran importancia que producía de cientos de millones de ellas. Más tarde se fabricaron también en Estados Unidos, Italia, España, la U.R.S.S, China, Japón, Portugal y otros países.



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