domingo, 30 de abril de 2017

Árboles. Texturas en acuarela I


   Pintando árboles te encuentras con el reto de conseguir de alguna forma reflejar la textura de la corteza de sus troncos y ramas, de la tierra, así como sugerir una infinidad de hojas que es poco recomendable intentar reproducir, además de imposible. Buscando y estudiando cómo otros lo han solucionado y, lo más importante, probando una y otra vez, vamos acercándonos a conseguir algunos resultados.
   En este tronco seco de un olmo de San Gregorio, en Alpera (Albacete), la textura se afronta a base de baños superpuestos y pinceladas finas siguiendo el relieve de la corteza, más que aprovechando la textura del papel o la granulación de los pigmentos, salvo en la zona de las sombras en que sí se recurre a ambas cosas.
   Un papel con grano grueso y pinceladas con el pincel bastante seco a lo largo de troncos y ramas permite sugerir la rugosidad de la corteza de esta encina, sus grietas y su aspereza.

Ampliando se ve mucho mejor.
    En la siguiente acuarela, el papel es satinado y de nuevo, baños superpuestos y trazos finos de pincel sugieren la piel de esos troncos, no demasiado rugosos. Ni siquiera se ha recurrido a pinceladas rápidas casi en seco que hubieran quedado excesivamente agresivas en este caso.


   En la siguiente acuarela, un paraje de Bienservida, en Albacete, se amplía el repertorio de recursos. Papel de grano medio, en este caso Garzapapel, pigmentos Primatek de Daniel Smith, que ya de por sí ofrecen un granulado muy evidente. Rascados en húmedo, trazos finos sugiriendo esas fibras de la corteza que se desprende del tronco, brochazos rápidos con mucho pigmento y poca agua...




   En la siguiente acuarela, otro árbol de Bienservida (Albacete). Prácticamente iguales recursos que en la anterior, incluso el mismo papel y pigmentos. Se recurre a otra técnica que no en todos los papeles funciona: rascados en seco, con un cutter o algo afilado. Al trazarlos a lo largo del tronco, siguiendo sus formas, se aporta un relieve y una textura especialmente controlable. En los árboles del fondo, una pincelada rápida, casi en seco, deja visible el grano del papel, blanco, sin pigmento. Eso añade una rugosidad muy fuerte, que queda así en las zonas de luz o que se cubre con una capa diluida bastante transparente que deje traslucir esos brillos.


   En esta acuarela de un pinar en Bienservida (Albacete), se recurre a todo lo anterior. Como el tamaño es mayor se aprecian menos en pantalla  los rascados y granulado de los pigmentos.
   Para no alargar excesivamente esta entrada, se deja para la siguiente una explicación más detallada de cada uno de estos recursos, tratando al tema con algo más de estructura y orden.


sábado, 15 de abril de 2017

Acuarelas - Arboles y paisajes

   Seguimos con árboles y paisajes. De la Ribera del Júcar en Albacete, por la Mariquillas o Valdeganga, donde ya de niños íbamos con mi padre a comernos a la vera del río lo que él llamaba "un lepórido con liliáceas", o solanáceas, según se nos antojaba. Yeste, de Baños de Tus hacia el Calar del río Mundo, parajes recorridos cientos de veces durante cincuenta años. Luego Cullera, acompañando al Júcar hasta el mar. También Tibi, en Alicante, viendo las nubes rebosar sobre las montañas. En fin, acuarelas de recuerdos a partir de fotos de rutas que hacemos a menudo y que recuperamos para dibujar cuando esos lugares están llenos de gente y no invitan a acudir a ellos. Pronto llegará otra vez el momento.

   Aunque utilizo muchos colores, en cada acuarela solo unos pocos son necesarios, y casi siempre los tonos vienen determinados por el azul elegido como base de las mezclas. Unas veces ultramar de Van Gogh o Rembrandt, otras Cobalto de Windsor & Newton, raramente cerúlero de Daniel Smith o Rembrandt, utilizado con cuidado, pues puede resultar demasiado pinturero y siempre usando estos pigmentos de marcas de la mayor calidad, sin mezclas de blanco, que lo hacen pastoso y repelente. Diluido puede ser delicioso, como ese tono del cielo tras las nubes en la siguiente acuarela. Dado su nombre, debe ir bien tanto en los cielos como en la tierra, pues mezclado con naranja de cadmio, aleación cromática que aprendí en un libro de Charles Reid, un maestro de las mezclas, da un gris interesantísimo. Con tonos tierra también puede sorprender.
   Algunas veces se recurre a una paleta clásica, con sus sienas natural y tostada, tonos quebrados mezclándolas con ultramar, incluso utilizando con infinito cuidado el viridian o esmeralda, único verde de muchos acuarelistas clásicos, un verde tan hermoso como lleno de peligros, casi hiriente si se usa solo, sin matizar con los otros colores usados en la acuarela, pero que aporta un cromatismo que ningún otro verde ofrece. En estos casos, como es la siguiente acuarela de la Ribera del Júcar en Albacete, prácticamente se utilizan solo esos cuatro colores.
   En estas ramas, para los tonos cálidos, oxidados, quinacridonas de Daniel Smith, muy transparentes y brillantes. Gold o Red Gold. Para hacer verdes jugosos y frescos, muy luminosos, estos tonos amarillos y rojizos mezclan muy bien con prusia incluso índigo.
   En este caso, el otoño se ha pintado con cadmios de Rembrandt y esos quinacridonas de Daniel Smith. Algunas sombras se refuerzan con el violeta oscuro de amatista de esa marca.
   Este paisaje, incorpora el verde de jade que utilizo mucho, y un verde serpentine, ambos de Daniel Smith. Siena, cobalto y violeta ultramar de Daniel Smith. Se trataba de jugar con transparencias, veladuras aplicadas una vez seca la capa anterior, aunque la base se da todo en húmedo de una sola vez, marcando de entrada las zonas de sombra con el mismo azul del cielo, al que también se recurre para matizar los verdes.
    Detalle de la anterior acuarela.
   En esta última se toma como azul base el índigo, tanto para el cielo como para las sombras, mezclado ahí con siena tostada y con  toques de alizarina. Hay un marrón oscuro, con matices apagados, que utilizo bastante en las ramas de los árboles para dar textura, por su tono berenjena y porque granula mucho, Bloodstone Genuine de Daniel Smith. Se puede ver en los arbustos de la parte inferior izquierda. En las mezclas da vida a muchos otros colores, amarillos o rojizos. verdes o azules. Una joya, como el azul oscurísimo de Sodalita, que uso cada vez más en las sombras, una especie de índigo más agrisado y granular.