jueves, 9 de mayo de 2024

Exposición en La Roda


Mi buen amigo y excelente pintor Alfonso Ruíz me propuso realizar una exposición conjunta de nuestras acuarelas en su pueblo, La Roda, en una antigua ermita hoy restaurada, un espacio inmenso que es todo un lujo. Se completaría con una muestra de los trabajos minuciosos de Javier Carrasco, otro amigo, de modelismo estático. Imposible no aprovechar la ocasión.

Tenía, como se puede suponer, cientos de acuarelas en las carpetas. Habían pasado cinco años desde la última exposición que hice y se habían amontonado. Había mucho de donde elegir. El único problema era que gran parte de ellas, seguramente las mejores, las había pintado en formatos pequeños, que me resultaban más cómodos de manejar aunque, en realidad, más difíciles de hacer. En muchos sentidos cuesta más pintar una acuarela pequeña pequeña que una grande y los pinceles pequeños pueden derivarte a un exceso de minuciosidad, para mi forma de hacer. Por otra parte, la inmensidad de la sala requería un número elevado de obras y unos tamaños razonablemente grandes. Si no, parecería una exposición de postales en esas paredes descomunales. De forma que, desde enero, he pintado varias decenas de acuarelas de formato mayor. Las he ido poniendo por aquí.

Pintarlas, ponerles su paspartú (o marialuisa) y enmarcarlas fue cosa ardua y costosa, porque, al final, colgué nada más y nada menos que 45 acuarelas. Un disparate. Y también  una hermosura, La verdad. Con verlas allí colgadas, aunque sólo fuera para verlas yo, ya habría merecido la pena el esfuerzo.
 
La exposición se inauguró el día previsto, acudió mucha gente, hubo discursos, magdalenas y cuerva, muchos amigos y, a la hora de cerrar nevó. Volvimos a Albacete conduciendo a tientas, que poco se veía. Pero todo acabó bien. Seguimos yendo a La Roda cada día de los quince de la exposición. Todas las tardes, las dos horas que permanecía abierta, había gente dentro, treinta o cuarenta personas al día, que no es poco. Y aún es más reconfortante ver cómo mucha gente veía una por una las acuarelas, con calma, no como de paseo, que suele ocurrir. Incluso interesándose por la técnica utilizada o los materiales. Fueron la televisión y la radio locales a hacer unas entrevistas bastante extensas y, el día previsto, cerramos la exposición. A casa volvieron bastantes menos acuarelas de las que salieron de ella y, la conclusión es que, como decíamos al principio, sólo por verlas colgadas en un sitio así, por mí y por los visitantes, ha merecido la pena.

Como ya se dijo en las palabras de presentación el día en que la inauguramos, antes de todo vayan los agradecimientos a todos los que la hicieron posible y fácil desde Alfonso Ruíz, el promotor del invento, pasando por el Ayuntamiento de La Roda, a su alcalde y Concejalía de Cultura, por las facilidades para disponer de este espacio y su colaboración en al evento, para terminar con lo más importante, a los asistentes a la inauguración o en los días posteriores, vinieran de cerca o de lejos, conocidos o desconocidos, que de todo hubo. Muchas gracias.





Pasada la exposición, olvidados los trabajos, las prisas, los viajes y demás asuntos relacionados, tras casi dos meses sin pintar nada nuevo, se impone ir volviendo a tomar los pinceles con recuperada ilusión. Nos pondremos a ello.