Siempre han producido fascinación, por su belleza, delicadeza y por su exotismo. Con ellas se hacían infusiones medicinales en la edad Media, filtros amorosos, afrodisíacos y era ingrediente esencial de pócimas mágicas. Menos en el desierto y en los Polos, podemos encontrarlas en cualquier sitio del planeta, pero fue la Armada inglesa quien, en el siglo XVIII, las trajo por vez primera a Europa sacándolas de los lejanos países donde las encontraban.
Pocas conseguían sobrevivir a esas largas travesías, hasta 1818, año en que William Cattley, por una serie de afortunadas circunstancias, consiguió la floración fuera de su hábitat de la primera orquídea, la Cattleya. Desde entonces dejaron de ser una curiosidad al alcance de caprichosos potentados y naturalistas, para convertirse en un objeto de deseo y, por tanto, de comercio, que a punto estuvo de llevar a la extinción a muchas especies.
Heinrich Gustav Reichenbach, botánico nacido en Leipzig, se especializó en el estudio y cultivo de orquídeas, y su herbario rivalizaba con el de Lindey en Kew. Fue en 1886 cuando Reichenbach encargó a Henry George Moon que pintara 192 acuarelas para ilustrar las descripciones que él mismo escribiría. Esta obra, conocida como "Reichenbachia", se considera uno de los mejores libros de ilustraciones de orquídeas que nunca se hayan hecho.
Se muestran aquí unas pocas de las acuarelas de H. George Moon. La totalidad pueden ser estudiadas en este enlace a la NYPL Digital Library, de donde han salido éstas. Allí podemos encontrar otras maravillas. Gracias les sean dadas por ello.Tanto el dibujo, como el equilibrio de las composiciones y del color, medido aunque fiel al modelo, es una muestra de la perfección en que se llegó en el olvidado campo de la ilustración científica, botánica, topográfica y faunística. Este es un maravilloso ejemplo de ello.
Gracias a ilustradores como el que nos muestras, muchas personas han tenido la oportunidad de disfrutar de la belleza de flores, plantas y animales, cuando no existía fotografía a color.
ResponderEliminarTodavía recuerdo cuando de niño leía libros antiguos de naturaleza en las que aparecían bellas ilustraciones. Como ocurre con la música y el cine, la ciencia y el arte, se deben mucho mutuamente.
El enlace que pones con la colección completa es para verlo con detenimiento. Muchas gracias Pepe, por favor, no te canses.
Un abrazo.
Muchas gracias a ti, Ricardo, por seguir el blog y por tus amables comentarios.
ResponderEliminarEn ese enlace, que además es uno entre muchos de los apartados de esta biblioteca, se puede uno pasar horas viendo cosas así. Lo que falta es tiempo.
Un abrazo.
Haz compartido un gran tesoro de la ilustración botánica. Obras magníficas casi tan perfectas como la que la naturaleza nos ha regalado. Mil gracias desde Colombia! paula_acuarelista
ResponderEliminarMuchas gracias por tu atención y tu comentario. Saludos cordiales.
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