Vamos a recrearnos con las acuarelas de William Biscombe Gardner, (1847-1919), otro acuarelista y grabador inglés del s. XIX y principios del XX. Aunque expuso con frecuencia sus obras en acreditadas galerías, incluso en la Royal Academy, centró su actividad en la ilustración de libros y revistas. Con más frecuencia lo hizo con grabados en madera que con acuarelas.
Mostramos las pinturas que aportó a los libros "Canterbury" de W. Teighnmouth Shore, y "The Peak Country", de Joseph E. Morris.
En el primero de ellos, sus acuarelas tienen como modelo la arquitectura de Canterbury, tema muy apropiado para su forma de pintar, detallista, de dibujo preciso y minucioso, no dudando en perfilar los contornos y detalles, tal vez en exceso, pareciendo algunas de sus acuarelas dibujos coloreados, como solían hacer otros acuarelistas que también eran grabadores.
Podemos acceder a estas obras en la Universidad de Toronto o en la Unversidad de California, respectivamente.
Como vemos, lo mejor de su forma de pintar es el dibujo, la perspectiva, lo acertado de su encuadre y punto de vista. Es austero con el color, con un dominio evidente de una paleta muy reducida. Los personajes que añade a sus escenas están allí poco más que para servir de referencia al tamaño de la arquitectura. Como en otros pintores de esta época, sujetos al encargo de ilustrar una obra ajena, muestran un gran dominio de la técnica, pero su oficio a veces transmite más información que emoción. No por ello deja de ser envidiable la perfección de estas obras.
El segundo de los libros citados, muestra otra faceta del pintor, enfrentado ahora al paisaje, lo que no le permite utilizar algunas de sus mejores armas pictóricas: el dibujo y la perspectiva. Son sus paisajes, sin duda, acuarelas de mérito que merece la pena ver y estudiar, en muchos aspectos superiores a las que antes hemos contemplado, con menos detalle y más importancia del color.
Como otros pintores de su misma época y escuela, consigue una variedad cromática excelente partiendo de una reducida paleta, mostrando esa exuberancia de tonos verdes y ocres en sus paisajes, aplicados a la vegetación y en los suelos, rocas y montañas. William Biscombe muestra, a mi entender, bastante acierto, incluso originalidad en el encuadre de sus paisajes, casi siempre en formato vertical, para reflejar la grandiosidad de las montañas y conseguir más lejanía y perspectiva. Las figuras humanas o de animales, de existir, siguen siendo secundarias.
El segundo de los libros citados, muestra otra faceta del pintor, enfrentado ahora al paisaje, lo que no le permite utilizar algunas de sus mejores armas pictóricas: el dibujo y la perspectiva. Son sus paisajes, sin duda, acuarelas de mérito que merece la pena ver y estudiar, en muchos aspectos superiores a las que antes hemos contemplado, con menos detalle y más importancia del color.
Como otros pintores de su misma época y escuela, consigue una variedad cromática excelente partiendo de una reducida paleta, mostrando esa exuberancia de tonos verdes y ocres en sus paisajes, aplicados a la vegetación y en los suelos, rocas y montañas. William Biscombe muestra, a mi entender, bastante acierto, incluso originalidad en el encuadre de sus paisajes, casi siempre en formato vertical, para reflejar la grandiosidad de las montañas y conseguir más lejanía y perspectiva. Las figuras humanas o de animales, de existir, siguen siendo secundarias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario