—¿He oído que piensas pasar el invierno en las Islas Baleares? —dijo el único británico que encontramos que había estado allí. Bien. Te advierto de que no lo pasarás muy bien. Están casi fuera del mundo. No hay turistas. Ni un alma entiende una palabra de inglés y allí no hay nada que hacer. Si me haces caso, no irás. De manera que fuimos. Y lo que sigue es un fiel relato de lo que vivimos en estas islas afortunadas.
Así se incia la obra "THE FORTUNATE ISLES. Life and travel in Majorca, Minorca and Iviza", escrita por Mary Stuart Boyd, ilustrada por A.S. Boyd y publicada en Londres en 1911. Viene a mi blog por sus dibujos a pluma y tinta, que no por las seis o siete acuarelas de escaso mérito, planas, faltas de profundidad y matices, de rígidas figuras, que se añaden a los dibujos. También por mi gusto por estos libros de viajeros británicos de la época, cuyos prejuicios y asombro ante un mundo que les deslumbra y que no acaban de comprender, siempre acaban por arrancarme una sonsira ante la mezcla de prepotencia e ingenuidad con que observan a los nativos, de colmillo más retorcido de lo que ellos suponen.
Por otra parte, tanto en inglés como en español, el término "afortunadas" es aplicado no a las islas Baleares sino a las Canarias, ya desde la antigüedad. Blessed Islands, las "Fortunatae Insulae" de Plinio, narrando la expedición del rey Juba II de Mauritania en el 40 a.C. Seguramente lo utiliza más como elogio que como topónimo.
El autor de las ilustraciones, miembro de la Royal Society of Watercolors, con seguridad ingresaría en tan insigne institución gracias a otras obras, desconocidas por mi, en las que se esmeró más. Sólo he encontrado acerca del pintor una referencia a un trabajo como ilustrador, un cómic con más gracia que las acuarelas pintadas para el libro que nos ocupa.
La abundancia de este tipo de libros sobre viajes de finales del siglo XIX y principios del XX, normalmente ilustrados con dibujos a plumilla, grabados y, ocasionalmente, con acuarelas, hace que muchos dibujantes y pintores recurran a producirlos como medio de vida, aunque las urgencias de la imprenta, el gran número de ilustraciones y de libros realizados, así como la escasa recompensa económica, dan lugar a obras por las que no pasarán a la Historia del Arte. Hay algunos dibujos de mérito, por su composición, por el trabajo de líneas para las sombras, dejando bastante papel en blanco. Otros, menos afortunados, resultan infantiles, especialmente en el dibujo de casas y figuras. Igualmente es poco brillante su escasa capacidad para separar los planos, igual de intensos y definidos el las lejanías que en el espacio más cercano. Algunos de sus dibujos tienen tan poca profundidad como sus acuarelas. Me gusta el uso de baños en gris para acentuar ciertas zonas de sombra, en lugar de enmarañar con rayitas y tramas su dibujo.
Aunque manifieste ciertas reservas sobre algunos de los dibujos, especialmente las acuarelas, es un encanto leer un libro ilustrado a mano, con imágenes de mucho más valor que la mayoría de las fotografías. De todas formas, el atractivo principal de esta y otras obras similares es el ver cómo eran ciertos lugares, parajes y rincones hace más de un siglo, mejor si es mediante dibujos y acuarelas, así como leer las impresiones y reflexiones de estos viajeros que nos visitaban, unos con respeto y simpatía, otros como el que va al zoo.
Aunque publicado en 1911, el viaje se llevó a cabo en 1909, pues cuenta cómo, a pesar de haberse declarado el estado de guerra, pasearon el domingo por la noche por las Ramblas de Barcelona, rodeados de encantadores viandantes, por las mismas calles y plazas donde un par de días antes le habían contado que sonaban los disparos, bombas y demás sucesos de la Semana Trágica. Desde el "Balear", miran las luces de Barcelona, las montañas detrás y Colón señalando hacia el oeste. Con sus trescientas libras de equipaje, té chino incluído, llegan a Mallorca a las seis y media donde, según ella, una luz radiante iluminaba ya la catedral, el castillo y el puerto donde había gente trabajando.
Llegada al Hotel Barnils siguiendo a los exhaustos mozos que cargan el equipaje. Olor a café al entrar, alojamiento en tres acogedoras habitaciones donde, junto al café se les sirve algo desconocido para ellos, ni pan, ni bollo ni pastel, con forma de ammonite, que ofrece las mejores cualidades de las tres cosas. "Enciamada", entienden que se llama. En el libro, de agradable lectura, se nos van narrando las vivencias e impresiones de seis meses entre gente tranquila, amable, sin prisas, en medio de una naturaleza exuberante y feraz, donde las flores, palmeras y guisantes se ven crecer, incluso en invierno, donde los hombres no paran de fumar, el sereno felicita por Navidad, se comen cosas extrañísimas y los habitantes se empecinan, de forma irritante para ellos, en hablar su propia lengua.
Los interesados, pueden descargarse y leer el libro completo o ver allí todas las ilustraciones en este enlace a la biblioteca del Gutenberg Project.
También podemos descargar y leer, sobre el mismo tema y lugar, otros dos libros.
- "Travels through the Balearic and Pithiusian Islands, performed between the years 1801 and 1806" en Californian University Libraries. De menor interés que el libro comentado. SIn ilustraciones, tiene un enfoque más geográfico e histórico que de libro de viajes. Puede aportar la visión de la época en que fue escrito, hace 200 años.
- "Mediterranean Moods". Footnotes of travel in the islands of Mallorca, Menorca, Ibiza y Sardinia", or J. E. Crawford Flitch, también publicada en Londres en 1911. Accesible aquí.
Ilustrada con algunas fotografías antiguas, es más descriptivo de los paisajes y la geografía que de vivencias e impresiones personales, con reflexiones históricas y geográficas acerca del Mediterráeo y la antigüedad clásica.