En muchas de ellas he procurado no utilizar verdes, sino mezclas con el mismo azul del cielo: cobalto, cerúleo o lapizlázuli. En otras he partido del verde de esmeralda o el jade. Las tierras son de Kremer o de Daniel Smith, aunque también he usado otros pigmentos que andan en cajas desde hace años, de los que he hablado en entradas anteriores. AL final, da lo mismo, como explicaba.
Muchos de estos árboles son eucaliptus o encinas, lo que permite jugar con las texturas y sugerir grietas y peladuras de la corteza. Si mezclas pigmentos que ya solos granulan bien, como son el lapis o el cobalto, con tierras o negro e marte, muy granuladas, la textura se realza extremadamente, lo que viene muy bien para las cortezas de los árboles.
Procuro dejar siempre alguna zona de la acuarela en blanco, mimando las transiciones, en plan Sorolla, lo que añade luminosidad a las acuarelas.
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