Después de dos meses encerrados en casa, pasamos tres días de mayo en un paraíso, rodeados de sauces y chopos, flores y agua por todas partes, mariposas revoloteando, sol y aire limpio. Entre Salobre y Reolid, cerca ya de Andalucía, pero aún en la provincia de Albacete, de la que no podemos salir por el momento. Menos mal que en la nuestra hay sitios maravillosos para viajar durante años. Vamos al Molino de Iramala, que ya viene siendo molino desde la época de los Reyes Católicos, que autorizaron su construcción. A la vez que se estaba descubriendo América.
Visto lo visto, tal vez hubiera sido mejor para nosotros que ese encuentro inevitable entre dos mundos lo hubieran coprotagonizado ingleses u holandeses. Para quien no habría sido mejor hubiese sido para los nativos, pero la historia habría escrito páginas más benévolas y pocos testigos quedarían hoy para contradecirlas. Del río Bravo para arriba tenemos dónde mirar para hacernos una idea de las diferencias.
Ya eran frecuentes los desmanes iconoclastass de iracundos analfabetos locales que derriban las estatuas de quienes civilizaron a sus antepasados, con poco éxito en muchos casos, como vemos. Tienen menos delito que los descendientes de colonos españoles o de inmigrantes europeos, no más ilustrados, aunque sí más tontos, que les empujan y ayudan a hacerlo. Ni fray Junípero Serra ni Cervantes, que fue cinco años esclavo en Argel, se libran de ese ISIS occidental que se muestra bárbaro en aras de la corrección. Incluso encuentran en España a no pocos que, con estupidez que supera a todas las anteriores, les comprenden y apoyan. Mejor me vuelvo al molino que seguir por esta ruta.
En esta entrada se muestran los dibujos y acuarelas que hemos hecho durante esos días. Apuntes en unos casos, dibujos más meticulosos o acuarelas terminadas en otros, pues no faltó tiempo ni calma. Los hay en cuaderno y en papel suelto, porque se podía pintar con comodidad; sentado, a la sombra, con un martini o un vino blanco fresco o u café, según la hora. Echado en la hierba o tumbado en una hamaca, viendo relucir y ondear al viento las hojas de los chopos, algunos enormes. Y pensando qué parte pintar de ellos y cómo.
En la primera acuarela de esta entrada se ve el muro de la balsa que represa el agua del río Salobre que alimenta al molino, una pared cubierta totalmente de cabellera de Venus, ese helecho delicado que crece en rocas, paredes y otros lugares por donde cae el agua, como era el caso, pero que no aguanta en casa cuando lo compras en un vivero. Necesita poca tierra, casi ninguna, pero sí ver el agua correr. También había sauces y muchos lirios amarillos en flor. En las orillas de los ríos son frecuentes los fresnos, que llaman árboles de ribera. Dibujé alguno de ellos, a rotulador o con acuarela.
Ese mismo fresco, desde otro lado, con acuarela. Le hice una foto al dibujo, otra con las primeras manchas y otra ya echada a perder, tapada toda la frescura y la sugerencia de las primeras capas y pincveladas. Con estas cosas pasa como con las siete y media. Ya nos lo advertía don Mendo:Magdalena¿Y por qué marcó esa hora/ tan rara? Pudo ser luego…Don MendoEs que tu inocencia ignora/ que, a más de una hora, señora,/ las siete y media es un juego.Magdalena¿Un juego?…/Don Mendo …Y un juego vil/ que no hay que jugarlo a ciegas,/ pues juegas cien veces, mil,/ y de las mil, ves febril/ Que o te pasas o no llegas./ Y el no llegar da dolor,/ pues indica que mal tasas/ y eres del otro deudor./ Mas ¡ay de ti si te pasas!/
¡Si te pasas es peor!
Esta es la fachada del molino, un dibujo en dos páginas del cuaderno y otro con la parra que había en la esquina. La hamaca en el prado del fondo, el agua corriendo por la acequia. La barbacoa no sale en los dibujos, ni la paella que hicimos en ella, con ajos recién arrancados que nos regaló el molinero, que venía algunos ratos por allí.
En Iramala, lo mejor Valeria.
ResponderEliminarLes envié tu foto.
EliminarUn abrazo.
¡Qué envidia!
ResponderEliminarPues es un sitio asequible. Seguramente en pleno verano no estará tan verde como en ese momento. En otoño también debe de estar precioso. Hay muchos sitios así.
EliminarUn abrazo.
Joooder, qué vidorra se ha pegado el niño, tras la fuga del enclaustramiento producido por el virus. Eso es el paraíso!!! Qué rincones y qué saber vivir aplica el amigo!
ResponderEliminarDibujaste a placer, acuarelas y tintas... con el sonido del agua que sale por todas partes. Te felicito por escoger este lugar sagrado y disfrutar con lo que tenemos a mano... sin tener que buscarlo en otros parajes. Me conformo con éste!!!
Dibujos en cuaderno, pinturas extraordinarias y una foto en tu retina de los que no se olvidan. Jamás!!!
Fantástico reportaje, amigo, lleno de detalles...
Disfruta todo lo que puedas...
Tendríamos que hacer un encuentro, en un lugar como éste. Alejado de todo virus... Seguro que nos gustaría a todos. Un lugar de paz, como el que tuvimos en Veruela con su sillón arzobispal! Aquí con hamaca! Son distintos, pero en ambos se respira paz... y eso, necesitamos!
Bravo, amigo.
Ya te he contestado en Ladrones.
EliminarDesde luego, para un encuentro no estaria mal un sitio de naturaleza, mejor que una ciudad. Un convento siempre está bien, incluso para dormir allí si se pudiera.
Un abrazo, Joshemari y familia.
Progresas adecuadamente Pepe, parece que te has caído del primer anfiteatro. Me ha encantado ese traído de Don Mendo; es una sensación que tengo a diario. Y el reportaje es fantástico. El resto todo tuyo (tus sensaciones...)
ResponderEliminarMuy bueno. Lo de caer del primer anfiteatro puede tener fatales consecuencias, que he leído que un pobre hombre ha muerto en Málaga porque le ha caído un británico de un balcón. En cuanto al momento justo para dejarlo, tiene tela la cosa. Muchas macetas mueren por regarlas demás, y con las pinturas pasa lo mismo. Pero se vé después.
EliminarMuchas gracias por tu comentario y tu atención.