Cuatro días en Úbeda y Baeza. Ya conocía ambas ciudades, pero también cuatro días es poco tiempo para disfrutar mínimamente de los tesoros de una sola de esas joyas, Patrimonio de la Humanidad. Abruma la inconcebible acumulación de edificios y rincones de un pasado glorioso, bastante limitado en el tiempo, lo que confiere a Úbeda y a Baeza una unidad arquitectónica que permite contemplar tantos edificios casi como una sola construcción. No son ciudades salpìcadas de monumentos, que muchas hay así en España, sino que tanto Úbeda como Baeza resultan cada una de ellas un monumento en sí. En pocos lugares puedes encontrar rincones o plazas donde percibir que todo lo que te rodea fue edificado más o menos en una misma época, y que ni una antena, un coche o una gavilla de cables te rompan el hechizo.
Y no solo monumentos de valor arquitectónico excepcional, sino rincones, calles, historias, sorpresas y sugerencias que te salen al paso al doblar cada esquina. A veces resulta difícil digerir tanta hermosura. Aunque el tiempo no acompañó, o acompañó excesivamente, tal vez ver un poco de lluvia y nieve sumadas a la habitual neblina del lugar nos permitió verlo todo de una forma inusual. El frío de estos días fue compensado por el calor de los amigos con quienes compartimos estos días de encuentro de acuarelistas, casi dos centenares de personas, lo que ya supone una situación bastante excepcional. Venidos lógicamente de toda Andalucía, pero también de Albacete, Ciudad Real, Valladolid, Madrid, Barcelona, Extremadura, de toda España en fin, para dibujar, pintar, conversar, reír, comer, beber, compartir, aprender y convivir con todos los colores en la mano, de una forma que contrasta con el clima gris, hostil y casposo de quienes mientras tanto discuten en el Congreso de los Diputados acerca de quién debe gobernar o terminar de arruinar este país, a pesar suyo, maravilloso. Y más unido que lo que algunos pretenden escenificar.
Invitado por José Antonio Sánchez Rumí, buen amigo que actualmente dirige la Vocalía de la Asociación de Acuarelistas de Andalucía, fuimos a Baeza y Úbeda con Alfonso Ruíz, otro gran amigo y pintor, a pasar unos días pintando y a conocer a otros que sólo por foros y mensajes manteníamos una relación amistosa centrada en la afición que nos une.
Por fin pude dar un abrazo a Tito Livio, (Antonio Manuel Martínez Espejo), médico que, como muchos otros de su profesión, es un pozo de ciencia, que le cuenta a quien pinta junto a él que, tras ese muro del palacio de los Dávalos, la Casa de las Torres, obra de Vandelvira y actual Escuela de Arte de Úbeda, un palacio convertido en centro docente donde se encuentran ahora llenando de color una hoja de papel, le cuenta —decía—, que se halló la momia de doña Ana de Orozco, emparedada por su marido Andrés Dávalos, episodio que el ubetense Muñoz Molina narra a su manera en El Jinete Polaco. Durante una comida me cuenta la historia completa, las rivalidades de las familias nobles del pasado en ambas ciudades, los Aranda y los Trapera, los Dávalos y los Orozcos, los Cueva y los Molina en Úbeda o los Cobos, los Carvajales y los Benavides en Baeza, siglos de venganzas y puñaladas, hasta el punto de que los Reyes Católicos ya hacía tiempo que habían tenido que derruir la fortaleza de Úbeda para que estos nobles a la greña no tuvieran donde hacerse fuertes y así poner paz. O te cuenta que estamos comiendo en el claustro de un edificio de Andrés de Vandelvira, el arquitecto de Alcaraz. En lo que queda del convento que él edificó y entre los franceses y los terremotos arramblaron parcialmente. Por cierto, comimos muy bien.
Otro abrazo a Julián Arévalo Mandueño, amigo a quien sólo conocía por fotografías, acuarelas suyas y mías que comentamos con cierta frecuencia, pero que al verlo en persona te parece que conoces ya desde siempre. Maestro, doctor en Bellas Artes por la Universidad de Granada, toda una vida dedicada a la docencia y a la pintura, trayectoria que motivó un merecido homenaje en la comida de despedida, acto al que tuve el placer y honor de asistir. Y de pintar un rato junto a él y a Alfonso Ruíz en el Hospital de Úbeda y con Tito Livio en el Centro Feminista Carmen de Burgos, sede del encuentro, donde algunos estábamos alojados. Un día que nevaba bastante nos quedamos por la mañana los más prudentes pintando a cubierto. Fue cuando hice la primera de las acuarelas de esta entrada en un papel que acababa de comprar en la tienda que Arte 21 de Córdoba había puesto en el centro donde estábamos. Sólo entré dos veces en ella y salí con una gavilla de cuadernos, papeles y un pincel de petit gris corto y grueso que estrené junto con el papel de Clairefontaine Cloud Texture. Los otros papeles y cuadernos aún no los he estrenado. En otra entrada hablaré de ellos. De lo que llevé conmigo y de lo que traje de allí. Maravillas.
Entre los amigos ya conocidos se encontraban algunos de Hispacuarela, los ya citados Alfonso, Julián, Tito Livio, José Antonio, o Juan Gallego, pintor de las Tablas de Daimiel, Carmen Jiménez, de Madrid, Pilar Martínez de Valladolid, que conocía por sus palomares, pues para mi en ese foro empezó todo esto. También Teresa Giménez Pous y André, de Barcelona, con quienes coincidí en Cuenca en un encuentro de Ladrones de Cuadernos. Inmaculada, Mercedes Peña... y una larga lista de encuentros y conocimientos. Este blog me ha dado muchos amigos.
El anterior dibujo, se hizo apresuradamente mientras nos tomábamos un vino en la taberna "Misa de 12", en la calle, frente a la Iglesia de San Pablo. Caían algunos copos de nieve encima de la tinta del dibujo dejando unos manchurrones que también tienen su aquel. A veces las prisas son buenas, pues el poco cuidado en los trazos y en las manchas, vienen a dar al dibujo más fuerza que otros más pausados que resultan relamidos y vulgares, cosa que me suele ocurrir, visible en otros dibujos de esta entrada.
En la misma plaza, frente a un edificio que fue el Ayuntamiento en el pasado, otro dibujo más relajado, hecho sentado en el coche, pues seguían cayendo cosas del cielo, líquidas y semisólidas y no era cuestión de coger una pulmonía. El color se le da después, pues siempre suelo hacer una foto de lo que empiezo a dibujar, por lo que pueda ocurrir.
En Úbeda, desde el coche, dibujo de la Sacra Capilla del Salvador. A la izquierda el Parador Nacional, otro palacio renacentista del siglo XVI. Me dió tiempo a dibujarlo, pero agua tenía poca, la del pincel con depósito era insuficiente para ese tamaño y mojar en los cristales del coche o en retrovisor, por no salir a meter el pincel en un charco que fue la primera idea... No era plan. Queda en dibujo, hago una foto y en casa la termino. Igual he hecho con otros dibujos y apuntes que iré ahora acabando con los lomos al lado del radiador en mi casa.
En algunos dibujos, se hacen con la pluma, una Nimiki falcon extrafina cargada con tinta indeleble. Luego se colorean con más tranquilidad. Quedan más limpios, pero menos frescos y lozanos. En este tipo de dibujos es mejor hacer lo que dé tiempo y salga lo que salga, que suele ser mejor que la minuciosidad y el cartabón.
Los dos siguientes, en el Hospital de Santiago en Úbeda, mientras Alfonso y Mandueño pintaban una acuarela del patio, a cubierto, pero también a la intemperie.
Esta acuarela, de 21 x 30, sobre Garzapapel también se termina en casa. Plaza 1º de mayo de Úbeda, con unos naranjos cargados de mermelada sin procesar frente a un muro de la iglesia de San Pablo, parece ser que la más antigua de Úbeda, de origen visigótico, portada románica, elementos góticos y renacentistas. Una antología de la arquitectura en un solo edificio. Lo lamentable es que uno solo de ellos merecería estar un día completo disfrutándolo. Y hay muchos.
En fin. Seguiremos hablando de este encuentro, terminando algunas cosas a medio hacer durante estos días, poniendo en orden fotos, cuadernos, colores y demás y disfrutando en casa al recordar estos días en Úbeda y Baeza, a donde habrá que volver. Agradecido a los Acuarelistas de Andalucía, especialmente a los amigos de Jaén, que gracias a ellos estuvimos allí.
Pasándooslo bien, por lo que veo. No conozco esas ciudades, pero por tus descripciones parecen interesantes. Por cierto, veo que tienes una Namiki Falcon ¿va bien? Vi un vídeo interesantísimo sobre una de estas plumas, pero customizada por un tal John Mottishaw con las que alguien hacía maravillas (https://www.youtube.com/watch?v=pRebkWHsHC0). Como siempre, enhorabuena por tus trabajos y gracias por compartir los detalles.
ResponderEliminarUn abrazo
Fernando
Pues la verdad es que sí lo pasamos bien, tanto por Úbeda y Baeza, que se pueden recomenrtar sin muiedo a defraudar, como por los amigos, personas que aprecias y que comparten intereses y gusstos, que no conoces más que por una foto de carnet o por unos mensajes el un foro, pero que consideras como de la familia, como me ocurre contigo, y que cuando encuentras ves que son mucho más para ti que eso que facebook llama amigos.
EliminarLa Namiki Falcon extrafina flexible es una maravilla, una pluma sólida, bien hecha hasta el último detalle, preciosa, con un plumín muy característico con forma de pico de ave, afilado y flexible. De oro. Las tunean, ese americano entre otros, para dejarlas más afiladas y flexibles, casi como una Guillott. Ya de fábrica hace unas líneas finísimas que se engrosan de una forma inverosímil al apretar. El secreto es lo bien diseñada que tiene la alimentación, ya que nunca deja de fluir tinta, aunque la línea sea muy gruesa. Y para eso hace falta mucha tinta. Por cierto, admite tintas algo más espesas de lo normal, como la Carbon Ink indeleble de Platinum que llevo siempre en ella.
También te quería comentar que Kremer Pigmente, al casa de alemania donde compro algunos pigmentos, ha sacado un rojo púrpura de fórmula antigua, con conchas de Murex brandaris y Purpura haemostoma, como las togas romanas, los manuscritos binzantinos o los antiguos ingleses, irlandeses o franceses, como explicaba Thompson. Me he acordado de ti, porque seguro que te interesa.
Un abrazo y muchas gracias por tu comentario.
Vaya, vaya amigo. Lo pasaste teta, por lo que veo!! Y... no te digo que me hubiese gustado estar allí, porque a mi, tanta gente... me marea. Prefiero concentraciones con menos gente. Más íntimos. Pero dejando esto para otro episodio, el lugar, sea Úbeda o Baeza, es todo una poesía. Me encantan esos lugares (que no conozco) y seguro que disfrutaría como un enano (sin querer herir a nadie) por esos pueblos. Ya sé que aunque no haya muchos monumentos, ya en sí, como dices, estos pueblos ya son monumentos. Sin haber estado en ellos, ya sigo pintores de la zona y veo lo que pintan. Y ahora con tus magistrales dibujos naturales, mojados o no, disfruto un huevo! Chico, me encantan tus dibujos. Le has cogido el tranquillo y ahora no intentes perfeccionarlos porque terminarás cegándola. Es algo que me ha sucedido y volver atrás cuesta mucho.
ResponderEliminarTu primera acuarela es fantástica. Genial. Yo, tal vez hubiese acentuado más la diferencia entre las zonas de sol y sombreadas. Es algo que habría hecho. No me hagas caso.
Y de entre tus dibujos, por escoger dos, son la cuarta y la quinta empezando desde arriba (incluidas fotos, acuarelas y dibujos) Creo que la primera es la de los copos de nieve que te cayeron encima del dibujo. Pues chico es un toque sensacional! No tuyo… no, sino del cielo!
Son tan largas tus entradas que me resulta difícil comentártelas una a una.
Me alegro de que hayas disfrutado. Prepara el cuaderno para Elche, que nos vamos a hartá!
Un abrazo.
Tú lo has dicho. A pesar de mis dificultades para andar y del tiempo de perros, lo hemos pasado muy bien. Es de las cosas que merecen la pena, aunque algunas veces, lamentablemente, me resulte imposible acudir, como me pasó en Huesca, que aún lamento. En Elche, sea como sea, estando tan cerca, no faltaré. Incluso si fuera necesario puedo volver a casa por la noche, aunque no hay que renunciar a las cenas, al pacharán y a la conversación de las sobremesas, que no es lo menos importante de estos encuentros. Tengo ganas de veros. Como somos menos, resulta más familiar, aunque aquí entre tanta gente siempre he estado rodeado de buenos amigos que ya conocía que deseaba conocer en persona. Como se trataba de pintura de caballete, estábamos desperdigados por la ciudad.
EliminarEstas ciudades son algo excepcional, con un carácter único. Tú estarás más acostumbrado a ver en el sur de Francia esos pueblos que parecen anclados en una época pasada, con unidad, buena conservación y ese encanto de lo orgánico, de aquello construido con cariño, esmero, a veces fuera de toda planificación, y que se han conservado milagrosamente, cosa rara estando el mundo como está, en manos de desalmados en su significado más puro. A veces no es necesario que se trate de palacios y catedrales, que también da gusto ver. Estos rincones con sillares gastados, llenas de musgo, oxidadas por los siglos con esos tonos diferentes y texturas que toma la piedra, despiertan las ganas de pintar.
Sobre los dibujos, te agradezco siempre los comentarios. Yo también prefiero esos dos que dices. El la última de la entrada, sobre todo, vuelvo al dibujo más esmerado, al color aplicado sin prisas, sin salirme, como un buen párvulo, y quedan más relamidos. Pero me cuesta un huevo, en términos científicos, desdibujar y dar pinceladas rápidas e imprecisas con criterio, sin que quede un mamarracho. Cuando sale bien es un disfrute.
La acuarela tal vez agradeciera intensificar las sombras, pero lo de cortar a tiempo es otro de los problemas. Cuando ha quedado así, más capas seguramente arreglen algo y estropeen la transparencia y la limpieza del color. Es que acertar con la intensidad a la primera es otra. Hay muchas teclas en algo aparentemente tan sencillo. ¡Qué te voy a contar a ti!
Antes hacía una entrada semanal casi, ahora una al mes y salen demasiado largas. Habrá que plantearse reducirlas de tamaño, partirlas en dos y enrollarme menos. También eso me cuesta.
Un fuerte abrazo, amigo Joshemari, y muchas gracias otra vez por tus comentarios, siempre acertados y oportunos.
En Elche nos vemos entre amigos y palmeras.