Después de la exposición (demasiado trabajo, demasiadas acuarelas pintadas en poco tiempo), me he tomado un par de meses de vacaciones, lo que, para un jubilado, es para nota. Para pintar hay que tener ganas, cuesta hacerlo por rutina y más aún permitir que se llegara a convertir en una obligación. De forma que es ahora en junio, cuando he vuelto a pintar. Dos acuarelas, una de Fuensanta, en La Roda de Albacete y otra de Consuegra. Además un Herbario, con especies autóctonas, algunas de ellas amenazadas.
Buen papel para pintar, pero malo para la caligrafía con plumillas que mal se llevan con texturas y rugosidades. Excusas de mal pagador aparte, lo cierto es que esto de la caligrafía requiere mucha práctica, esa que a mí me falta y que se acusa en los resultados de la rotulación del herbario. Otra vez elegiré papel más adecuado y practicaré un poco antes de lanzarme al ruedo.
Como últimamente leo más que pinto, a pesar de que ya tenemos demasiados libros, difícil resistir a la tentación de añadir algunos más.