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Plumilla fabricada en Inglaterra en honor de la Reina Victoria con motivo de la celebración de sus 50 años de reinado (1887) |
o abunda la documentación para acercarse a la historia de las plumillas. A partir del momento en que se inició su producción industrial en Birmingham, ya disponemos de más recursos, pero para estudiar su aparición en épocas anteriores lo mejor que conozco es el libro “
La mèmoire des Sergent Major” de Jean-Pierre Lacroux y Lionel van Cleen, editado por Ramsay/Quintette, París, 1988. Este libro está agotado y, tanto nuevo como usado, alcanza precios muy altos, pagados por coleccionistas y amantes de la escritura. Tengo un ejemplar que me regaló mi buen amigo Jean-Marc, de Córcega.
Otra publicación imprescindible es “The story of the invention of steel-pens” de Henry Bore. London/New York, 1890. Esta última, afortunadamente, está disponible de forma gratuita en la página de “Gutenberg Project” o en la Universidad de California. Esta obra trata principalmente de la industria británica de fabricación de plumillas metálicas, desde sus inicios. Hace unas breves referencias a testimonios históricos de los que se puede deducir que antes de 1800 ya se habían utilizado. Estas referencias son escasas y poco fiables, posiblemente errores de traducción o interpretaciones interesadas. Así recoge una referencia en la Biblia y, posteriormente, otra a una pluma de plata propiedad del poeta latino Ovidio, que encontrada en unas ruinas fue a parar a las manos de la reina de Hungría en 1540. Hay que tener mucha fe.
Basado en parte en el anterior, el libro “The steel pen trade”, de A.A.S. Charles, de la empresa D. Leonardt & Cº, fabricante inglés de plumillas, trata de su producción y comercialización desde principios del S. XX. Es muy interesante por proporcionar información sobre los principales fabricantes británicos del ramo, con datos imposibles de encontrar en otros lugares, aunque no nos aporta nada sobre la invención de la plumilla metálica. Puede accederse a esta obra en IAMPETH.com. (International Association of Masters Penmen, Engravers and Teachers of Handwriting).
Más documentado es el libro de “La mémoire des Sergent-major”. Argumenta que habría sido imposible que no se hubiera intentado hacer en metal y, especialmente en oro o plata, algo que imitara la forma de los instrumentos de caña o pluma de ave con que se escribía. El metal, escaso, brillante y duradero, sería un signo de distinción y buen gusto. Por otra parte, las plumas tradicionales eran muy poco duraderas, había que volver a cortar su punta, algo que no era fácil ni rápido y que no todos sabían hacer con buenos resultados.
Claro es que se hicieron estas réplicas y también que escribían peor que las que intentaban sustituir. Serían más brillantes, prestigiosas y duraderas, pero una pluma de ave bien tallada era infinitamente más dúctil y suave que las metálicas que entonces se podían fabricar. Por tanto, no debemos buscar quién inventó la plumilla metálica, sino quién y cuándo tuvo la suficiente habilidad y capacidad técnica para hacer bien algo que muchas veces se había intentado previamente con resultados mediocres. Fueron los insuperables problemas de fabricación lo que retrasó su aparición tal como las conocemos hasta principios del siglo XIX.
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Pompeya. Tabla encerada y un estilo |
No obstante, se han encontrado juncos o cañas huecas armadas con puntas de cobre del 3500 a.C. Es más que dudoso que con ellas pudieran escribir. Lo que sí está probado es el empleo de plumas de cobre en tiempos de Ramsés II (siglo XIII a.C.). Otra certeza es el uso de plumas metálicas por parte de los romanos. Son plumas tubulares cuyo corte está formado por la unión de los dos bordes de la lámina metálica. Dos plumas similares se exhiben en el museo de Brescia, descubiertas en el templo de Vespasiano. Anteriores al 79 a.C. son las encontradas en Pompeya que se conservan en el museo de Nápoles. En el British Museum se muestra otra pluma romana de forma cónica. Otras más hay en las colecciones de los museos de Nîmes, Liège y Aoste. Por tanto, no deberían ser algo excepcional, aunque sí escasas.
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Primera forma de construir una pluma tubular |
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Esta es la forma en que se construyen en la actualidad |
Lo que es claro es el hecho de que esos maravillosos manuscritos iluminados que nos siguen asombrando, se escribieron con pluma de ave, que también, junto con pequeños pinceles, se usaban para ilustrarlos.
Desde estos momentos deja de haber referencias hasta casi el fin de la edad Media, siendo dudosas las pocas que se encuentran, pues, como en el caso de las plumillas de plata pertenecientes a los patriarcas de Constantinopla, debían ser cálamos de lujo, forrados de este material, pero no su punta.
A partir de entonces, muchos se atribuyen su invención y cada investigador arrima el ascua a su sardina, llevándose para casa el mérito del invento.
Siguiendo lo que en el libro de Lacroix y van Cleen dan por probado, podemos recoger una lista cronológica de las apariciones de la pluma metálica desde 1500:
- 1544. Neumann, maestro de escritura en Nurenberg, fabrica plumas de chapa de cobre y latón.
- 1563. en la Escuela de Tonbridge (Kent) se entregan plumas en la distribución de premios: Pluma de plata dorada al primero (precio 2 chelines y 6 peniques), parcialmene dorada para el segundo (2 chelines) y sin dorar para el tercero (20 peniques).
- 1579. Ludwig, comerciante alemán, ofrece plumas en chapa de latón.
- 1606. Joost Lips, filólogo que falleció en Lovaina en ese año, en su testamento dona a la Virgen su "pluma de plata".
- 1648. Se redacta el Tratado de Westfalia con una plumilla de acero.
- 1657. Se comercializan en París unas plumas con reservorio para almacenar tinta.
- 1691. Los religiosos de Port-Royal utilizan plumillas de cobre fabricadas por ellos mismos.
- 1692. André Dalesme, miembro de la Academia de las Ciencias, vende en la calle Saint Denis plumas de acero de su invención.
- 1698. Martin Lister, narrando un viaje a París, declara haber visto en la bilbioteca Sainte-Geneviève una pluma formada con una hoja de metal enrollada.
- 1700. Roger North, en una car a a su hija, revela que la ha escrito con una plumilla de acero, mala copia de otra francesa. Afirma que quien las haya probado no querrá oir hablar de las de ave.
- 1717. Los procesos orales de los Estados Generales de los Países Bajos son redactados con una pluma tubular de plata, montada en un mango también de ese metal.
- 1723. El poeta John Byrom cuenta que tenía una pluma de plata y manifiesta su pesar por no haberse podido procurar una segunda... señal de que estas plumas eran raras, pero muy apreciadas. Afirma haberla buscado en vano en 375 tiendas.
- 1738. El 26 de noviembre Voltaire escribe a Thierot para encargarle plumas de oro.
- 1748. Un tal Johan Jannsen, de Alaix-la-Chapelle, rivindica la invención de una nueva clase de plumas en acero. Después de un congreso que reúne a los embajadores en el ayuntamniento de su villa, se las vende para que puedan firmar un tratado que dure tanto como la pluma con que se firmará. Afirma que sabe que su invención será copiada por otros, curándose en salud, lo que nos confirma la existencia de imitaciones, clásico procedimiento.
- 1763. La princesa de Carignan regala al joven Mozart plumas de metal troquelado. Él se apresura a guardarlas y olvidarlas en su escritorio, para seguir componiendo con sus plumas de ganso.
- 1772. Fontaine, joyero de la calle Carignan vende las plumas de acero importadas de Inglaterra al precio de una libra y 10 soles la pieza. Estas boquillas de acero se montaban sobre las plumas de ganso.
- 1776. Joseph Arnoux, mecánico relojero es recompensado por la Academia Real de las Ciencias recibiendo un privilegio real por la invención de una pluma metálica económica, que remedia los defectos de las plumas metálicas de la época, especialmente la falta de flexibilidad y elasticidad. Su modelo sigue siendo absurdo, como el de los romanos, siendo la hendidura el mismo borde de la chapa doblada. Las vendía en siete grosores, a tres libras cada una. Aunque muchos le conseideran en Francia el inventor de la pluma, los conociera o no, existían esos y otros avances en lugares diversos. El plagio era cosa muy común.
- 1780. Samuel Harrison, fabricante de llaveros en Birgmingham, se pasa a la manufactura de plumillas metálicas. Algunas de ellas adquierieron celebridad por hacerse por encargo de Joseph Priestley, descubridor del nitrógeno.
- 1790. aloys Senefelder, inventor de la litografía, fabrica algunas plumas a partir de piezas de relojería.
- 1795. La villa de Sedgley, en las Midlands, reivindica el título de cuna de la pluma de acero por haber sido teatro de operaciones del herrero Fellows, que produjo algunas. En el escudo de la villa figuran dos plumas.
- 1800. Peregrine Williamson, joyero de Baltimore fabrica plumas de acero con cortes laterales. En Estados Unidos se considera su inventor, afirmando que sus ingeniosos inventos fueron copiados por comerciantes ingleses sin escrúpulos, desarrollando gracias e ellos una próspera industria.
- 1808. En Königsberg, Johann-Heinrich Burger se arruina intentando la fabricación de plumas.
- 1818. Sheldon, aprendiz de Fellows, se lanza a fabricar plumas de artesanía. Hasta 1828. Como los demás, no podrá resistir la competencia de las máquinas —ni los precios— de Joseph Gillott y los hermanos Mitchell.
- 1820. Dejernon intenta, sin éxito, implantar una fábrica de plumas en París.
A partir de ese momento, la fabricación industrial de las plumas termina con los artesanos y todos los experimentos anteriores. Un artesano puede hacer un buen pincel. Para hacer una buena plumilla hace falta una maquinaria sofisticada.