Rembrandt Harmenszoon van Rijn nació en Leiden el 15 de julio de 1606. Su educación, en latín, incluyó un breve período en la Universidad de su ciudad, en la que ingresó a los 14 años. Dedicado después a la pintura, realizó su aprendizaje en Leiden y en Amsterdam.
A los 22 años ya estaba establecido como pintor y tenía sus propios alumnos. Tantos llegó a tener, dada su reputación creciente, que aún no ha terminado de aclararse la autoría de muchos de sus cuadros, dibujos y grabados. Así pues, de los 600 cuadros, 400 grabados y 2000 dibujos que se le atribuían a principios del siglo XX, la cifra actual, no exenta de polémica respecto a algunas obras, ha rebajado la cifra a 300 óleos y 300 grabados. En los dibujos aún no se ha reducido el número. Sus alumnos copiaban obras suyas, él participaba en la creación o planteamiento de otras y encontramos muchas en las que la autoría sigue sin decantarse entre el propio Rembrandt o alguno de sus numerosos discípulos y seguidores.
Como ocurre siempre, si hacemos una búsqueda en Google sobre imágenes de las obras de Rembrandt, entre las 300 mostradas, no llegan a 20 los grabados. Uno o dos dibujos. Sólo sus óleos son merecedores de atención. Sin embargo Rembrandt fue tanto o más importante como dibujante o grabador que como pintor. El menosprecio de todo lo que no sea óleo hace desaparecer acuarelas, grabados y dibujos de la obra de la mayoría de los pintores. Mi venganza suele ser no mostrar óleos de aquellos pintores que además han producido dibujos o acuarelas. Se hace así porque los óleos ya son suficientemente conocidos, no porque no se aprecie y renonozca su importancia y valor.
Sobre la técnica de Rembrandt como grabador, así como acerca de su forma de trabajar, es muy illustrativa la obra Rembrandt's Etching Technique: An Example, de Peter Morse. En ella se analiza un grabado, mostrado a continuación, así como varios bocetos previos de distintos lugares que Rembrandt, ya en el estudio, reúne en esta obra más cuidada. Nos explica las tramas usadas para las sombras, el trabajo de línea, así como el proceso de grabado con punta seca, una de las técnicas de grabado que Rembrandt utilizaba, ayudado por el uso de una plancha de cobre previamente amartillada, que le daba una mayor dureza y lisura. Ello permitía un trabajo más delicado, pudiendo grabar en todas direcciones sin tropezar con granos en el cobre, como ocurre con el cobre laminado actual, de igual forma que su dureza permitía obtener hasta cincuenta grabados de la mayor calidad.
En el enlace a la exposición organizada por las Bibliotecas de Francia y España, junto con la Caixa, podemos ver distintos estados de un mismo grabado, pues Rembrandt solía hacer pruebas impresas mostrando los avances de una obra. Resulta enormemente revelador de su forma de trabajar. El genio de Rembrandt está presente en sus grabados y dibujos de forma tan patente como en sus óleos. Sus temas, sus autorretratos, su clarooscuro, su fuerza, su composición... Si el claroscuro es su principal aportación a la pintura, en la evolución del grabado su papel ha sido fundamental, posiblemente el mejor grabador de todos los tiempos.
Hemos visto que entre sus obras abundan los retratos. Muchos de ellos de su persona, mostrando momentos de su propia vida, sus emociones y sentimientos. Cuando mira a los demás lo hace con simpatía, siempre saca lo mejor de sus modelos, cuya humanidad muestra con cercanía. Sobre las obras del barroco, afirma Juan Carrete Parrondo en su libro sobre Rembrandt: "(...) la intencionalidad del artista barroco al crearlas era la de atrapar al espectador en su primera mirada, que no pasaran desapercibidas, para lo cual se sirvió fundamentalmente de dotar de un gran protagonismo a la luz y a los efectos visuales que produce. Son obras que se imponen y sorprenden al espectador por sí mismas, pero también es necesario hacer un pequeño esfuerzo para llegar a descubrir algunos aspectos que no están explícitos. El arte barroco no solamente va dirigido a los sentidos, es principalmente un ejercicio intelectual."
En Flandes ya no existe el patrocinio de la iglesia católica, la corte o la nobleza, principales clientes de los artsitas hasta entonces. Desaparece el mercado de pinturas y retablos para las iglesias, temas mitológicos para los palacios y los grandilocuentes retratos de los nobles y sus familias. En palabras de Juan Carrete
"Surge un mercado de obras de arte a medida de la nueva burguesía que necesita hacer visible su prosperidad y riqueza por medio de costosas obras de arte que describieran con realismo el paisaje rural y la sosegada vida cotidiana de la ciudad, junto con intimistas y edificantes escenas religiosas, y sobre todo encargos de retratos tanto individuales como colectivos de los nuevos burgueses que poseían el poder político y económico. Interesaba tanto la forma y la materia de la obra de arte como su significado, su intención. Sin olvidar el placer de la mirada."
He procurado mostrar en esta entrada del blog diversas facetas del trabajo de Rembrandt, como grabador y dibujante, con aguadas, lápiz, tíntas aplicadas con cálamos o plumas de ave, incluso acuarelas. También la diversidad de sus temas: retratos, escenas domésticas y religiosas, autorretratos, animales, paisajes... Dada la abundancia de materiales, tanto imágenes como textos, se sugieren enlaces en la bibliografía final para permitir profundizar en la vida y obra de este artista genial.
Rembrandt también dibujó muchos animales. Entre ellos el elefante anterior, una elefanta llamada Hansken que fue llevada por la Compañía de las Indias Orientales a Holanda desde Ceilán. Recorrió media Europa (Hamburgo, Bremen, Rotterdam, Leipzig...) y llegó a Florencia, donde también fue pintada por Stefano della Bella. Como el tema me interesa, seguiré buscando. Por lo pronto, he recordado "El viaje del elefante", de Saramago.
Para elaborar esta entrada se han manejado muchas fuentes. Afortunadamente sobre un autor tan conocido el problema es seleccionar entre lo mucho disponible, más que apurar búsquedas para encontrar cuatro datos y escasas imágenes, como suele ocurrir cuando busco acuarelistas antiguos, y más si son españoles.
Sobre Rembrandt podemos encontrar en la red una abrumadora cantidad de información. Entre los enlaces más relevantes que he encontrado se sugieren los siguientes, especialmente el primero de ellos. En el British Museum es posible examinar una gran colección de sus grabados, de su escuela y sus imitadores, minuciosamente descritos. Ha sido la fuente fundamental de donde han salido muchas de las obras de esta entrada.
Se relacionan, como digo, los lugares que ofrecen un contenido más interesante, y de paso se muestra cuál suele ser el método de trabajo para elaborar las entradas del blog referidas a pintores y dibujantes. Casi siempre se recurre a las mismas fuentes, bastante abundantes ya y que tal vez puedan servir de ayuda a quien quiera emprender cualquier estudio sobre otro autor. Para una investigación mínimamente seria, lógicamente no basta una simple búsqueda de imágenes en Google.
En Wikimedia Commons, podemos encontrar muchas y buenas imágenes de obras de Rembrandt:
En Gutenberg Project: Hay una buena colección de libros sobre la obra de Rembrandt, muchos de ellos magníficamente ilustrados:
En las Bibliotecas de Archive.org encontraremos docenas de libros sobre Rembrandt y su obra. Entre ellos:
CONTEXTO HISTÓRICO
No está demás recordar que, hasta la paz de Westfalia en 1648, los Países Bajos estaban bajo soberanía española y alemana, o al revés, pues, aunque la historia puede escribirse de muchas maneras, de hecho así sucede, la realidad es que quien, hablando francés y algo de flamenco, —y no de Sevilla— gobernaba desde Valladolid el imperio español en los inicios del siglo XVI era Carlos de Gante, nacido en Bélgica y señor de los Países Bajos desde 1515. En 1518, en la jura como rey por las Cortes de Castilla presididas por el flamenco Juan de Sauvage, a las que, aprovechando la ocasión, sacó 600.000 ducados, recibió de tal institución estas cuatro peticiones: que aprendiera español, que destituyera a sus consejeros flamentos, que dejara de sacar de Castilla oro y caballos y que diera un trato humano a su madre, la reina Juana. Cero votos, pensaría él.
Debió molestarle, porque se fue al reino de Aragón, que también había heredado (como administrador mientras viviera la reina Juana), abandono que molestó a los castellanos. Tras la aportación de Aragón de otros 200.000 ducados, se fue para Barcelona donde, pasado un año, conoció la noticia de que había conseguido ser nombrado Emperador. No consta que en la ciudad condal encontraran calor sus nuevas demandas económicas, por lo que tuvo que convocar Cortes en Santiago de Compostela para reunir efectivo y costear los gastos de la coronación, que se le ponían en un pico. Se negaron en Santiago y, convocadas nuevas Cortes en La Coruña, en reñida votación, ganada por un voto, consiguió el subsidio de los 400.000 ducados que necesitaba. Nos dejó como regente al cardenal Adriano de Utrech y se fue para Alemania, como Pepe.
No fue, por tanto, un español quién heredó Flandes, sino que fue este Carlos I (Karl V en Alemania) quien nos recibió como herencia, según testamento de su abuelo Fernando II de Aragón que le nombraba gobernador y administrador de los reinos que, teóricamente regía Juana la Loca. Digo teóricamente pues Fernando la había encerrado en Tordesillas. Carlos, más tarde, consideró que allí estaba bien y en Tordesillas quedó confinada hasta su muerte.
Cuando Carlos llegó a la península para tomar posesión de la finca, que se extendía por medio mundo, desembarcando en el puerto de Tazones (Asturias), hemos visto que ni siquiera conocía el idioma de sus amados súbditos. Cuando los tercios españoles fueron a luchar contra protestanes y calvinistas en Alemania y en Flandes, llegaron enviados por un emperador nacido allí, que no hablaba español y que no quería que la Reforma triunfase en su país de origen. El Duque de Alba y sus tercios no defendían los intereses de Castilla precisamente, que era, como siempre, quien se arruinaba pagando los gastos y se despoblaba proporcionando los soldados.
Tampoco conocía nuestro idoma en 1700 Philippe de Bourbon, duque de Anjou y nieto de Louis XIV de Francia, quien nos enredó, como siempre ha ocurrido, en su guerra dinástica contra el otro pretendiente, el archiduque Carlos, que tampoco era de Ciudad Real, pongo por caso, sino de Austria.
Como consecuencia de estas ambiciosas y miserables disputas por herencias familiares entre las dinastías europeas, después de poner los muertos y los caudales, los nativos aún seguimos mirándonos de reojo entre nosotros.
Fin de la disgresión histórica.