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miércoles, 30 de marzo de 2011

Plumillas de vidrio. Crystal pens – Plumes en verre

 

    Parece ser que fueron fabricadas y utilizadas por vez primera en Gran Bretaña a finales del siglo XIX. No arañan el soporte, papel o tela, ni son atacadas por las tintas, cosas que pueden suceder con las afiladas plumillas de acero. Se usaron para marcar telas, por las cualidades citadas.
  
 
     Se construyen a partir de varias barritas de vidrio (ocho normalmente) que, una vez calentadas, se hacen girar para unirlas y formar una espiral que termina en una suave punta. Esta puede ser suavizada con papel de arena, piedra de Arkansas, o cualquier otro abrasivo suave.



    La tinta fluye por capilaridad,  como en las de acero, y pueden almacenar bastante cantidad. Algunos modelos, aseguran que pueden llegar a escribir una hoja entera con una sola carga. 
     Ahora no son excesivamente difíciles de encontrar las que se fabricaron en Checoslovaquia entre 1900 y 1920, en diversos colores, como algunas de las que se han mostrado anteriormente. 
    En varios lugares he leído que, entre los esfuerzos bélicos de la I Guerra Mundial, por los que quedó restringido el uso del acero, se fabricaron plumillas de cristal que sustituyeran a las metálicas.
   
 

    Entre las que han llegado a mis manos, algunas, muy pocas,  llevaban un adaptador metálico para poder ser usadas con un palillero normal:

    Más frecuentes son las de cristal de Murano, que siguen siendo fabricadas en la actualidad, típico souvenir turístico que pocos han usado para escribir, pero que pueden ser especialmente atractivos. En ellas el palillero, también de cristal, está unido a la plumilla.

    Se fabricaron plumas estilográficas que utilizaban plumillas de vidrio, como las de la marca Spors, de Minnesota, en venta en los años 30, de las que aún pueden encontrarse algunas en buen uso.




   Podemos encontrar modelos exclusivos, fabricados actualmente por algunos artesanos. Especialmente atractivos resultan los de Michael & Sheila Ernst, que podemos examinar en este enlace.

Puedes ver más plumillas en Mi tienda de ebay

sábado, 26 de marzo de 2011

Edgar Wigram - Northern Spain II. Watercolors - Acuarelas

 Segovia. Iglesia de San Miguel
    En esta segunda entrega acerca del libro anteriormente descrito y referenciado, se muestran algunas acuarelas más de las contenidas en la obra. El texto, como ya se dijo, es el que se puede esperar de un atildado inglés recorriendo los pueblos españoles de finales del S. XIX.

  Salamanca. Plaza de la Verdura

     Puerto de Pajares
       No me resisto a traducir, intentando mantener el tono original, lo referido a la comida española, de cuyos peligros ya venía advertido. Pronto rechaza estos recelos y prejuicios. Es en Laredo donde hace un primer comentario saliendo en su defensa contra lo que considera “excesiva e innecesaria aprensión”. Una taza de chocolate que come, no bebe ni toma, dado su espesor, y en el que moja pan,  le resulta un desayuno nada despreciable, que compara con el café con leche francés. Un vaso de agua fría para empujar y limpiar el dulzor, completa la degustación.
    No deja de apuntar, que los campesinos desdeñan esta nueva moda y se contentan con un trago de vino o un “dedal” de aguardiente. Si bien no lo considera recomendable para la salud, indica que el viajero debe adaptarse a todo.

  Cáceres
 Burgos. Arco de Santa María
    La hora de la comida varía, pero se anuncie para la hora que se anuncie, siempre se sirve media hora después. La considera como un banquete muy sustancial, con media docena de platos. Empezando por unos huevos, seguidos de un plato de judías o garbanzos, o bien arroz guarnecido con pimientos, acompañado inmediatamente por otro con carnes, tocino y embutidos guisados. Ambos platos pueden ser comidos por separado o juntos, según la presencia de ánimo del viajero. Después, un estofado, que él llama “la celebrada olla podrida”. Le sigue, para su asombro, según indica, un tardío pescado, un bistec con ensalada y, en caso de no haber quedado satisfecho, queda un apéndice. Siempre y en todos los lugares se sirve queso con carne de membrillo, que él considera un verdadero acierto. Los domingos, en las mejores fondas, se sirve un pudding de caramelo. Siempre, se finaliza con fruta, de la mucha y barata que hay en el país. El vino, ad lib. El agua, refrescada en unos porosos recipientes de cerámica que la conservan fresca, cosa extraña para él, pues no hay botijos en Inglaterra.

  León. Plaza del mercado y Ayunamiento
    Los intervalos entre plato y plato, son dedicados a las olivas y a fumar, para su asombro. La cena viene a ser lo mismo, con excepción de los huevos del principio, sustituidos por una sopa. Opina que el ajo, tan denostado, se utiliza con mesura y que es el aceite, quien está presente en todas las elaboraciones.

  Béjar
    Después de comer, al café. Según él, frecuentado más después de la comida que por la noche. Muchos dormitan en él. Se toma café con un brandy anisado, anunciado en el bar, según él, con estas estimulantes palabras: “Anis Infernal. Hecho de los peores vinos del Priorato. Ni es tónico, ni digestivo ni reconstituyente. Nunca ha sido premiado en ningún concurso”. Además de buena comida, reinaba el buen humor por aquellos lares.

Cangas de Onís

  Dueñas
    La partida de dominó, para él una actividad atlética y excitante en la forma en que en España se juega. Las fichas han de ser golpeadas contra el mármol con toda la fuerza posible, resonando en el bar como una descarga de mosquetería, lo que, en caso de dudar sobre dónde se encuentra el bar, por este estruendo podrás encontrarlo inmediatamente.
  León. Iglesia de San Isidoro

Miranda de Ebro
  Plasencia

 Oviedo
Alcázar de Segovia

Padrón. Nuestra Señora de la Esclavitud

 Tuy y Valencia do Miño
     

miércoles, 23 de marzo de 2011

VI.- San Odón. Zona de fumadores


urante muchos años los troncos siguieron navegando hasta Sevilla y Cádiz por el río Guadalquivir, tras su botadura en el Guadalimar o en el Madera. Los pinos que hasta Cartagena viajaban, iniciando su singladura en el río Segura, más mulas que truchas vieron en su camino, pues lo menguado del caudal en no pocos tramos del recorrido dificultaba su transporte por el muelle sendero de las aguas. Arrastrados por ribazos y torrenteras, mojados ahora por los sudores de hombres, mulas y bueyes, hacían dura y larga travesía hasta los arsenales de Cartagena.
    Si por esos caminos de tierra y agua marchaban los pinos, otras eran las cosas que venían de vuelta. Entre ellas, las noticias, el tabaco y la discordia. Si las nuevas no solían ser buenas, menos lo era la compaña. Marinos y gancheros, además de vinos y salazones,  acarreaban fardos de hojas de tabaco al regreso de sus expediciones. Espoleados por la curiosidad hacia lo nuevo que, junto con el oro, las faldas y el vino, son los principales encargados de hacer las levas con que poblar los infiernos, raro era el villano que no bufaba hediondos vapores por narices y boca, sumiéndose a sí mismo y a quienes  le rodeaban en broncas toses y arcadas. Sin duda fue el mismo Lucifer quien puso en el paraíso americano tal manzana para castigar nuestra comparecencia sin haber sido allí invitados, pues lo que, aplicado a la fuerza, hubiera supuesto inquisitorial tormento, trocóse en placer al ser sometidos a ello de grado, no sin arduo y largo entrenamiento de los pulmones habituados a los puros aires de la sierra.
    No pocos frailes sucumbieron a semejante desatino. Si al principio fueron escasos los que a escondidas, tosiendo entre tales sahumerios, afianzaban tan insana costumbre, cada día fueron más los que no se recataban de atufar las estancias a la vista de los demás hermanos. Incluso al scriptorium y a las cocinas llegó tal vicio. Menguada la visión por las brumas que los envolvían, copistas e iluminadores a duras penas acertaban a mojar sus plumas de ave en las tintas, escribiendo no pocas veces sobre la madera de sus inclinados escritorios, fuera de pergaminos y vitelas, con gran menoscabo de la hechura de los textos, hasta ahora famosos por su perfección y aseo.
    Hubo un monje, gran iluminador, conocido como fray Jacobo “el peregrino”, quien, cuando ceñudo arrimaba sus ojos a una hermosa letra H con que se iniciaba un capítulo, ocupadas sus manos en guardar la cajita con el polvo de tabaco que en su nariz acababa de introducir, fue atacado por un repentino y violento estornudo. No pudiendo sujetar su cabeza, embistió con gran estrépito el pupitre, incrustando en su despejada testuz un berberecho de los utilizados para albergar tintas y colores. Si son las lapas quienes fama tienen  de agarrarse bien a su sitio, no anduvo a la zaga el berberecho clavado en la calva de fray Jacobo. Dios y ayuda fueron menester para separar a Fray Jacobo del berberecho, o a la inversa, que de todas las maneras se intentó. Cuando, por fin, pudimos hacerles tomar distintos caminos, quedóle marcada su impronta justo en la mitad de la frente, perfilada por la tinta que por la cortada piel se había infiltrado. Cicatrizada la herida, quedó claro que la silueta tatuada de una pequeña vieira  sería divisa que le acompañaría para siempre, acarreándole piadoso apodo.
    Dividida como estaba la congregación acerca de estas fumatas que, en la opinión de algunos, reservadas para anuncio de nuevos papas debieran quedar, necesario se hizo  someter a capítulo la decisión sobre si tal costumbre sería en lo sucesivo tolerada o proscrita. El día de la votación, los detractores de los humos vieron el caso perdido nada más iniciadas las deliberaciones, que se presumían acaloradas,  al contemplar que de la capucha que casi ocultaba el rostro del prior Gandolfo  asomaba un descomunal veguero de Vuelta Abajo cuya roja ascua refulgía en la penumbra de la sala capitular, ya conquistada por el humo.
    Siendo la obediencia voto asumido por todos los hermanos, no quedó a los enemigos del tabaco más recurso que entregarse a la murmuración y al rencor, profiriendo en baja voz maldiciones que auguraban que un día, tal vez lejano, pero inevitable, como justo castigo por sus vicios, así como Adán y Eva lo fueron del Paraíso, serían los fumadores arrojados de todo lugar cubierto y temblarían a las puertas del convento, a la intemperie, soportando las heladas,  los chubascos y el desprecio de sus hermanos, calentados sólo por las ascuas de sus pipas y cigarros.
    En las paredes de las letrinas y por los rincones más recoletos del convento, incluso en los márgenes de algunos códices, aparecerían palabras en contra del prior. Como el rumor y la maldad encuentran cómodo aposento entre quienes, encerrados, tienen pocas novedades de que hablar, prosperó la infamia de rebautizar para la posteridad a fray Gandolfo, natural de Bilbao, nuestro querido y longevo prior, con el alias de “el golfo de Vizcaya”, nombre más apropiado para figurar en portulanos o cartas marítimas que en el piadoso nomenclátor de los priores de San Odón.

Continuará...

sábado, 19 de marzo de 2011

Plumillas Indias - Red ink pens - Indian pen nibs


    En Inglaterra se fabricaron plumillas para diferentes países, atendiendo a sus gustos, costumbres y necesidades. En muchas ocasiones se creaban por encargo de gobiernos, colegios, bancos e instituciones de todo tipo. Otras eran fabricadas para cubrir un mercado que no todos los países estaban capacitados para satisfacer, y los que lo hacían, con excepción de Francia, Alemania y, después, Estados Unidos, no conseguían acercarse a la calidad de las plumillas inglesas. De hecho, pocos lo han conseguido nunca y menos aún en la actualidad. Ni ellos mismos.

 

    De Birmingham, principalmente, salían millones de estas pequeñas herramientas de dibujo y escritura para todo el mundo y, lógicamente, a aquellos países que formaban parte del Imperio Británico y, más tarde, de la Commonwealth. Otros, fuera de ese ámbito, también recurrían a Inglaterra, junto a Francia y Alemania para satisfacer sus necesidades.
    Vamos a examinar algunas plumillas fabricadas para la India en Inglaterra y otras confeccionadas en la misma India.


    De todas estas plumas, una gran parte tienen la misma forma, aunque procedan de distintos fabricantes, pues, sin pudor alguno, entre ellos se copiaban los modelos como bellacos. Se llaman Red Ink Pens. Poca información he podido encontrar al respecto, aunque parece ser que se utilizaban, además de para escribir, para dibujar en tela. 

     Posiblemente, el tipo de trabajo que con estas plumillas se realizaba, era parecido a la minuciosa ornamentación a base de temas vegetales, animales o mitológicos, conocida como Madhubani, que partía de un dibujo muy cuidadoso y complejo que perfilaba las formas que, más tarde, se iluminaban con brillantes colores, normalmente obtenidos de tinturas naturales. Ni que decir tiene, que el dibujo se realizaría con Indian ink, que nosotros llamamos tinta china, aunque fabricada líquida, no en barra seca como en China. Esta tinta, obtenida de negro de humo, indeleble una vez seca, permitía colorear posteriormente el dibujo.      
    Este tipo de pintura en tela sigue actualmente en uso, aunque no creo que estas plumillas sigan utilizándose para ello de forma general. En su lugar, podía usarse un pincel muy fino.
    
     Más difíciles de encontrar, al menos desde España, son las plumillas fabricadas en la India, aunque algunas podemos mostrar:

     

    Cualquier información acerca de este tipo de plumillas (Red Ink Pen), especialmente en lo referido a documentar mejor su utilización en el siglo XIX y XX, sería bienvenida.
    Para ver más plumillas: Spanibs. Tienda en ebay 

jueves, 17 de marzo de 2011

Acuarelas del Norte de España - Northern Spain. Sir Edgar Thomas Ainger Wigram - Watercolors I

    El libro "Northern Spain", escrito e ilustrado por este acuarelista inglés de finales del siglo XIX, fue publicado en 1906 y, podemos decir que ha sido un libro de éxito, pues aún pueden encontrarse ediciones del mismo.
    Su autor, sir Edgar Wigram, 6º barón de Wigram, (1864-1935), describe en la obra su viaje por la mitad norte de España, desde Talavera de la Reina a Asturias, de Cáceres a Pamplona. El texto mantiene  el tono habitual en este tipo de obras, mostrando a cada momento su extrañeza ante hábitos y costumbres, comidas, horarios y formas de pensar y de comportarse diferentes a las propias.  
    Llega a calificar como invasión al elevado número de británicos que se desplazan a determinados países a descubrir, recoger en sus obras y disfrutar de lugares, escenas y ambientes de interés.
    El destino más común de estos viajeros era el Oriente e Italia, aunque él apunta que España se consideraba y valoraba como un "eco de Oriente".
  Si estos escritores y pintores tenían por exóticos y pintorescos a los paisanos que conocían y que incluían en sus obras, ambientando las escenas, habría que preguntarse por la opinión que estos lugareños tendrían acerca de un baronet inglés que viajaba por España a finales del XIX en bicicleta, si hay que creer lo que en su libro se nos cuenta: (...) "his notes and sketches, as embodied in this volume, are the fruit of four successive bicycle tours".
    Las perspectivas de tal viaje, según quienes antes lo realizaron, anunciaban una verdadera pesadilla. Para los pioneros, era  éste un viaje difícil, incluso peligroso. La gente era anglófoba; el país, un desierto, guarida de toda pestilencia. Los caminos eran impracticables, el calor insoportable, serían comidos por las moscas y asfixiados por olor de los ajos. Para coronar tales tribulaciones, deberían aprender una lengua desconocida.

 Béjar - Mercado
    Las acuarelas de este libro, tienen el encanto de muchas otras de su época y mismo propósito, con el valor añadido de traernos la imagen de cómo eran lugares, plazas, calles y personas de nuestros pueblos y ciudades, antes que se llenaran de altos edificios que esconden monumentos que no hubieran merecido tal compañía arquitectónica.
 Segovia - Acueducto
   Puede este libro ser examinado o descargado en varios lugares de la red. En cada uno de ellos, la calidad del muestreo de las imágenes varía, proporcionando un color diferente. Es conveniente verlos en todas sus versiones.
    Las imágenes que aquí se muestran, parte del total de acuarelas del libro, salen del ejemplar ofrecido por la universidad de Toronto en el siguinte enlace: "Northern Spain" - Toronto University
    También se puede acceder a la obra desde la Biblioteca digital de Castilla y León y leer página a página aquí.
    Dado el gran número de acuarelas que el libro contiene y, deseando incluir al menos una selección generosa de ellas, se dedicará otra próxima entrada a continuar mostrando las restantes. 
Ávila - Patio de una posada

Betanzos

 Burgos

 Burgos - Hospital del Rey

 Cudillero

León - Entrada a un palacio

Bahía de Llanes

Lugo. Puerta de Santiago

Salamanca - Iglesia de San Martín

Santigo de Compostela

Zamora - Desde la orillas del Duero

Zamora - Iglesia de Santa María de Horta

Talavera de la Reina

El Tajo por Toledo