El castillo de Denia es inmenso y visto desde cualquier lugar da tema para pintar. En este caso es una acuarela que he hecho ya en casa. El papel es satinado, de Arches y los colores y pinceles, los de costumbre, de Daniel Smith y de Escoda.
Llevo un par de días haciendo probaturas con pasta de papel para dar relieve y textura a las acuarelas. En principio se me ocurrió que para los troncos de los árboles iría bien, pues permite aplicar la pasta y hacer rayaduras antes de que se haga de una pieza. Luego, al usar la acuarela, sobre todo si es un pigmento que sedimenta mucho, el color se deposita en unos lugares y se frena en otros, con lo que se resaltan esas líneas que antes habíamos hecho. Visto con luz lateral, como en la foto, parecen pinceladas con óleo y mucha carga.
Como una cosa lleva a otra, resulta que acabamos haciendo una acuarela con textura de óleo, aprovechando una foto del castillo de Denia. No sé si merece la pena o si, ya puestos, convendría usar óleo directamente. Hace mil años que prefiero la acuarela, por su transparencia, por lo sencillo de los materiales, por usar papel como soporte, por lo fácil de la limpieza y por que no me gusta como huele el aguarrás. Como experimento está bien. Seguramente seguiré utilizando el sistema para los árboles, intentando depurar esa técnica, pero no descarto volver a trabajar más en serio este sistema al que he llegado de casualidad. Por lo pronto me gusta, sobre todo porque invita a dar otra clase de pinceladas y trabajar con manchas y poco detalle. Veremos.
Los amaneceres y las puestas de sol desde este lugar de la costa son espectaculares. Una acuarela sobre Arches satinado y con colores de Daniel Smith.
En la entrada de la casa, pegada al muro y con el mar al fondo, una maceta con unos cactus en flor. Papel Arches satinado y pigmentos Daniel Smtih.
Ya son tres años seguidos que por las mismas fechas, finales de mayo o principios de junio, pasamos unos días en Denia. Para llegar a Denia, o bien a la vuelta, suele haber paradas en Altea, Benidorm o Calpe, que es difícil pasar de largo. Una casa en la misma orilla del mar, con una terraza donde pasar las horas viendo amanecer o ponerse el sol. Llegar y salir los barcos de Balearia, otros más pequeños de pesca a media tarde, seguir con la vista a los pájaros buceando dando curvas vertiginosas persiguiendo pececillos que mucho abundan por allí. A veces les echamos pan y acuden a docenas bullendo a su alrededor y empujando la sopa de aquí para allá, compitiendo con algún cangrejo que aparece de entre las rocas. Algunos de estos cangrejos son enormes; los peces no suelen tener gran tamaño, al menos los que ser acercan tanto a la orilla.
Siempre es una tentación intentar pintar o dibujar la transparencia del agua, las rocas del fondo y las plantas de colores brillantes, como las rocas, rojizas, blancas, ocres, con sombras fuertes a estas horas.
También una acuarelilla con un barco de los muchos que pasan por allí, ya al atardecer.
Es buena costumbre comer en el puerto de Calpe, con el peñón enfrente. Rara es la vez que no sacamos el cuaderno para dibujarlo de nuevo. Al menos hacerle alguna foto para pintarlo después con más calma.
Como es el caso de esta acuarela sobre Altea. De las muchas fotos que hemos hecho allí, vuelvo ahora a pintar ese rincón, uno de los muchos que podemos encontrar en sus calles.