jueves, 31 de diciembre de 2015

Acuarelas diciembre 2015 #3

     
   Va la última entrega del año, en este caso varias acuarelas realizadas en la segunda quincena de diciembre, entre toses y turrones. Recurro a fotos de arhivo, a apuntes de los que se van realizando en viajes y salidas de los últimos meses, a Alpera, Alicante, o hace dos años a Lisboa. La primara es la aldea del Sej, en Alpera, la segunda unos árboles en las dunas del Pinet, en la Marina de Alicante.
   Salvo la tercera, una panorámica del camino a Tolosa, en la Hoz del Júcar, cerca de Alcalá y Jorquera, ruta más que recomendable, se han utilizado muy pocos colores. La mayoría son mezclas de siena tostada y azul ultramar, con toques de verde, siempre uno solo, verde vejiga o jadeíta, similar al esmeralda, que a su vez se entonan con ese abanico tonal conseguido con siena y ultramar. Con esos colores quebrados, austeros, incluso la sien¡a tostada reluce y da una nota de color sin utilizar el rojo. Para las sombras, casi siempre el ultramar con un poco de alizarina, si no se recurre al violeta ultramar. En las más intensas amatista de Daniel Smith o índigo.
    El la siguiente, de la iglesia de San Francisco en Évora, en la entrada a la Capela dos Ossos, donde reposan los huesos de cientos y cientos de frailes. Eso sí, reposan en las paredes, decorando una sala en cuya entrada reza un cartel: "Nos ossos que aqui estamos per los vossos esperamos". Muy reconfortante.
    Prácticamente toda la acuarela se ha pintado son mezclas de siena y ultramar y es ilustrativa de la amplia gama de tonos quebrados que pueden conseguirse con esos pìgmentos, muy adecuados para pìntar muros, paredes y piedras viejas.

   Aquí se ha ampliado un poco la paleta, incorporando alizarina y ese ocre dorado de quinacridona, extraordinariamente trasparente y que mezcla más que bien con cualquier color. Alegra los verdes y las tierras y hace buenas migas al lado del violeta de las sombras, mezcla de ultramar y alizarina. Aunque es más colorida esta acuarela, se han utilizado pocos pigmentos, pues solo un verde se ha añadido a los anteriores.
   Un hermoso pino salvaje, sin haber ido a la peluquería en toda su vida, no como esos olivos podados como caniches, a los que un lazo les falta, que aparecen avergonzados en rotondas y paseos de muchos lugares. Cosa horrible, infamia podatriz perpetrada a un indefenso y noble olivo viejo. Se han utilizado todos los métodos para hacer ramas, como reservas, rascados y líneas finas al final. Dos verdes, sap green y jadeíta, siena, cobalto e índigo. También algo de violeta en algunas sombras.
   Por último una acuarela sobre el Museo de la Cuchillería, desde la escalera de la Catedral de San Juan en Albacete. Después de lo contado sobre los colores que se utilizan, poco queda que añadir.
   Despido el año, un rato antes de cenar en esta Nochevieja, pintando unos árboles y un pájaro volando con tinta china y pincel japonés, regalo de un buen amigo que me los ha traído del país del Sol Naciente. Junto con otros muchos. Si añadimos las gavillas que mi hijo Alonso y el amigo Manuel me han traído desde China en varios viajes, tengo un surtido de tintas líquidas, pastillas, pinceles, papeles y piedras para la tinta que me tendrán ocupado una temporada. Por muchos años que viva no podré gastar todo eso.

   Feliz año nuevo 2016. Y un abrazo a quienes visiten mi blog en estas fechas.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Acuarelas de diciembre. Paisajes provincia de Albacete


Pues aquí estamos otra vez peleándonos con los verdes. Siempre que en el tema aparecen masas de árboles diferentes, que ocupan gran parte de la superficie a pintar, procuramos ir mezclando un verde base (en este caso jadeita de Daniel Smith, una especie de verde esmeralda bastante oscuro), con otros colores que lo agrisen, lo apaguen, le den matices más cálidos, en definitiva que se muestre cierta variedad sin romper la armonía que proporciona el uso de pocos pigmentos. Se mezclan amarillos, ocres o azules con este verde que es la base de los demás. Algunas veces se recurre al verde de perileno, ya intenso, oscuro y apagado.

Los azules usados son ultramar y cobalto, utilizado el primero de ellos para las sombras mezclado con alizarina, mezcla que da un violáceo muy luminoso y transparente. Ese ultramar, mezclado con siena tostado proporciona toda una gama de marrones quebrados, llegando a un gris de intensidades diferentes, llegando casi al negro, pues como pigmento el negro no se ha utilizado.

Las mismas mezclas aparecen en estas tres primeras acuarelas, todas de la Casa Gil en Alpera (Albacete). En todas ellas había un suelo con tierra y piedras, que se han resaltado con el sistema ya habitual de dejar puntos blanco de tamaños irregulares pasando el pincel con rapidez y no demasiada agua en esas zonas. En los casos de piedras mayores se puede recurrir al líquido enmazcarador, en este caso de Sennelier, con un aplicador que permite líneas y detalles finos. Luego con esa mezcla de ultramar y alizarina se aplican uno pqueño puntos de sombra en parte adecuada según la luz. Añade bastante relieve y textura a los suelos.

La siguiente acuarela, bastante naif, se trata de una aldea y su palomar, la Casa Aparicio, entre Alpera e Higueruela. 

El Pozo de la Nieve, en Alpera, en una segunda versión, pues hace un par de meses ya pìnté otra con la luz dorada del atardecer. En esta se ha procurado ser muy austero con el color, quebrado y apagado en casi todfas las zonas, para que resalte la calidez de ese muro semiderruido de ladrillo que contrasta con el gris de la piedra con que se construyó ese pozo, una verdadera obra de arte, pues utiliza el mismo sistema constructivo de los cucos, colocando piedras para cubrir una superficie, en este caso muy grande. A pesar de su antigüedad, se mantiene perfecto n su estructura principal. Por lo demás, recurro a mis piedrecitas en los primeros planos del suelo y rascados o reservas para las ramas de las plantas.


Por úñltimo, dos versiones de Alcalá del Júcar a partir dfe unas fotos de hace un mes, cuando los árboles se vuelven amarillos. Se ha repetido buscando algo que en ninguna de las dos acuarelas se ha conseguido, pues los blancos de las casas, en sombra en su mayor parte, no son como se intentaba que quedasen, algo más luminosos, pero con la luz cálida del atardecer. Dejrlos en blanco no resulta y encontrar los tonos adecuados es algo que se me escapa. Habrá que seguir probando.

domingo, 6 de diciembre de 2015

Almería y Murcia

    Otra vez a Almería, pasando por Murcia. La base en Las Negras donde hemos visto amanecer varios días con cielos como el que se ha intentado recoger en esta acuarela. Desde el Mirador de Las Negras, en la misma playa, donde nos alojamos. Un lugar relajante, encantador, que es donde hemos pasado estos días. Muy recomendable. Seguro que volveremos.
    Sobre esta acuarela, la granulación extrema que se consigue con algunos pigmentos de Daniel Smith, los Primatek, le añaden dramatismo al cielo, aunque tengo que trabajar más y mejor el tema para dosificar su empleo. Tal vez si el mar no lo tuviera, si fuera más suave y sin granular se habría acentuado el efecto del cielo y el conjunto hubiera quedado mejor. 
   Ese contraste es el que se ha buscado en la siguiente acuarela, el olivo gordo del valle de Ricote, en Murcia, pasisaje totalmente norteafricano, de montañas jóvenes y angulosas, casas de techo plano y palmeras que emergen como en un oasis. Hermoso de verdad. Por alli pasamos tras desviarnos de la ruta para ver este olivo excepcional, con mucha historia y leyenda. Un monumento que da olivas y mucho en qué pensar.
   Volviendo a las acuarelas, en esta creo que la suavidad del fondo contrasta favorablemente con la rugosidad del olivo, donde sí se ha procurado utilizar pigmentos que granulen ostensiblemente. Bueno, pues yas tenemos otra cosa más en la que trabajar para depurar y controlar más estos efectos, positivos unas veces, pero inconvenientes en otras ocasiones.
    Desde Albacete hacia Murcia pasamos muy cerca del volcán de Cancarix, aún en la provincia de Albacete. Es uno de los volcanes más espectaculares de la península, que la erosión ha puesto al descubierto sin conseguir desfigurarlo. Y es que esta ruta a Almería va de volcanes, lavas, terremotos y catacumbres. El clima, y la religión suelen condicionar las costumbres y el carácter de los habitantes de un lugar. La geografía condiciona mucho, pues vivir asentados sobre fallas que se desplazan en direcciones contrarias tan vez sea el origen telúrico de  la tradición cantonal de Cartagena, fantaseo. El hecho es que estas placas viajeras chocan, se suben unas sobre otras, arrugan los bordes de contacto, agitan el suelo y producen destrozos y tragedias como la de Lorca, tan reciente. Aunque los tiempos geológicos sean lentos, el olivo de Cieza seguro que ha sufrido estos temblores y cambios en el paisaje, pues siglos ha tenido de percibirlos sin moverse de su bancal, ahora convertido en parque rodeado de edificios, calles e instutos, cuyos alumnos se comen el bocata de media mañana a su sombra.
    Otro olivo centenario de Aguamarga quedó fuera de nuestro alcance, pues el camino estaba totalmente arruinado, en piedra viva, tal vez por lluvias recientes, mientras en la carretera había obras. Pasamos cerca de la costa con zonas donde hay eucaliptus, con montañas rosadas por la luz del atardecer. De una foto del momento sale la siguiente acuarela, sobre Garzapapel, como las anteriores.
   Como dije al princiapio, la base en Las Negras, en la misma orilla de la playa, desde donde podía hacer fotos, apuntes y acuarelas mirando a izquierda, a derecha y al cielo, siempre hermoso y cambiante. Y sobre todo al mar, a las olas, hipnotizantes como el fuego.
   A continuación algunas de esas acuarelas y apuntes, con el Cerro Negro y las casas y barcas a la orilla de la playa. Lugar atranquilo siempre, más en estas fechas de noviembre en las que aún pudimos disfrutar del calor del sol, de salidas por las cercanías, de tomates Raf al principio de la recolección y de aceite de la zona. También de pegar la hebra con algunos hippies ya talluditos afincados en la zona, con los que la conversación deriva a inusitados temas como las visitas de la trabajadora social y de la imposibilidad de jubilarse de tal profesión. Buena gente. Mínimo puesto de collares y pulseritas ofrecidas con el optimismo propio de su oficio a unos turistas ausentes en estas fechas. Compramos una y no se dejaron invitar a un café aunque sí a un cigarrillo.





   Las siguientes con titnas, aplicadas con estilográfica y con unos cálamos que nos hicimos con las cañas que se podían cortar desde la terraza del apartamento, a cinco metros de las olas.