lunes, 28 de julio de 2014

Últimos dibujos con tintas


   Cuando voy a publicar esta nueva entrada, observo asombrado que en mi blog hemos pasado de las 500.000 páginas visitadas. Me resulta asombroso y muy gratificante. Muchísimas gracias por vuestra atención y vuestro valioso tiempo.
   Después de la exposición de acuarelas, con muchas de ellas pintadas en las semanas previas, vuelta a las tintas, las plumas y los formatos pequeños. En el primero de los dibujos, con nogalina, se vuelve también a un tema pintado ya previamente. Se añaden dos versiones anteriores, una con plumilla y otra con tinta Montblanc color burdeos. Para ver de dónde salen, también se muestra la fotografía en blanco y negro que hice hace bastantes años en Tinajeros, un pueblecito cercano a Albacete. En el original, haciendo honor al nombre, aparecían dos enormes tinajas de vino, tan tradicionales en la zona.


   De este fin de semana, con tintas, pincel de agua y algunos toques de acuarela salen los dos siguientes dibujos, mitad de memoria y mitad inventados, sobre dos macetas de mi casa, aunque en el momento de dibujarlas no las tenía delante. Para los fondos se ha usado un amarillo de Nápoles, normalmente empleado para pintar retratos, por su color carne. Mezclado con ultramar en el primero y verde Hooker en el segundo. En el primero de ellos  las hojas se han pintado con verde musgo, esa tinta de Stípula que siempre utilizo. Mojando el pincel en la estilográfica. El ultramar es tinta azul Quink de Parker. La 5001 de Pelikan tiene un tono ligeramente más morado. Para las sombras del fondo también se ha recurrido a un violeta de Daniel Smith.
   En este dibujo, aparte del fondo ya explicado, se utilizó Siena tostado para la pared. Para los tonos rojizos y violáceos, una gama conseguida con ultramar y Madder lake de W&N. Los verdes: Sap green de Rembrandt y jadeita de Daniel Smith. El blanco, un rotulador.
   Dibujo a pluma y rotulador pincel Pentel, dibujado una de las tardes que pasaba en ese patio durante mi exposición de acuarelas en la Casa Vieja.
   Los dos siguientes están pintados con pluma, pincel y nogalinas. Son los castillos de Peñarroya en Ciudad Real y Alcalá del Júcar en Albacete.
Paisajillo imaginario para probar una nueva tinta azul de Pelikan que me trajo de Madrid mi hijo. Me gustan mucho esos reflejos rojizos-violáceos que ofrece al diluirse.
Con mis tintas de siempre y pincel de agua:
   Probando unas titnas rojas para comprobar, una vez más, que no son rojas. Herbin y Montblanc.

    El siguiente dibujo, con la estilográfica Namiki Falcon cargada con tinta Platinum (Carbon Ink). Al secar se añaden las sombras con esa misma tinta diluida con el pincel de agua. Se trata del castillo-palacio de Magalia, en Navas del Marqués. Es en el único castillo en el que he pasado una noche. En este caso una semana entera, hace muchos años durante un curso de organización de bibliotecas y animación a la lectura. No pudieron encontrar un lugar mejor.
    La última, un apunte con pluma, tintas y pincel de agua, se trata de una vista del castillo de Ambra, en Pego (Alicante). Desde un cerro cercano, por el que pasa la carretera, se ve el valle y el mar al fondo. Imposible en una fotografía o una pintura reflejar la inmensidad de la vista.

martes, 8 de julio de 2014

Pruebas con Garzapapel


    Me faltaba por probar a conciencia este papel de 500 gramos de encolado especial de Garzapapel. Ya lo había hecho con unas muestras de menor tamaño y me había parecido merecedor de más probaturas y tormentos. Lamento no haber tomado fotos de las fases intermedias de esta acuarela, pues algunas manipulaciones son evidentes, como los rascados y borrados. Otras no tanto, como zonas enteras que se han levantado simplemente mojando y quitando el pigmento con un papel absorbente.
    Arriba, en el margen inferior izquierdo se pueden ver esos rascados en seco, con una navajita de Albacete, lo que es una afrenta que no todos los papeles soportan. Los 500 gramos de este papel y su grano visible, pero no excesivo, favorecen recursos extremos como este.
 
    Las casas, pintadas de forma suelta y poco definida, han sido difuminadas y alejadas frotando con una goma de borrar. El encolado de este papel hace que parte del pigmento se elimine así, pues no ha calado en el papel de forma tan profunda como en otro más poroso y absorbente.
   En el fragmento anterior, podemos notar que desde la mitad del ojo del puente hacia la izquierda cambia algo el color. Anteriormente estaba cubierto por el mismo tono que en el muro del primer plano, pues en la realidad ese muro se eleva en esa zona haciendo un escalón. Eso tapaba medio puente y quedaba raro, haciendo dudar si era sombra, un ángulo extraño que tomaba el puente en ese lugar o qué leches. Mejor quitarlo. Mojando y frotando con un pincel de cerda dura, con papel se eliminó la pintura. Este papel, después de tales tormentos, permite pintar encima y conserva su textura y cualidades. Igual se hizo con el espacio del tercer tramo de ese zig-zag del puente, ocupado antes por la base de esos árboles. Se eliminó de la forma comentada, para darle profundidad al puente, mostrando la otra parte y el lugar de donde viene. Prácticamene no quedó ni rastro de esos árboles.
      En este otro ejemplo, en este caso una pequeña acuarela del castillo de Chinchilla de Montearagón, también 500 gramos encolado especial, el proceso fue todavía más perverso. Los lienzos de los muros  y la parte central, se pintaron con pigmento bastante intenso. Una vez seco, debajo del grifo se frotó ligeramente con el cepillo de las uñas. Así sale esa textura que resalta la trama del papel. Cuando volvió a estar seco, se retocaron algunas zonas, añadiendo detalles, y el papel conservaba gran parte de su encolado, no quedó como un papel secante, como sería de esperar.
    Con el mismo papel, acuarela sobre el parque Lineal de Albacete. La hice con las primeras muestras citadas. No existe una diferencia abismal entre el 500 gramos de encolado normal y el especial. Sin embargo, este último consiente y favorece estos procesos más agresivos. También es algo menos poroso, ofrece perfiles algo más definidos, como se evidencia en los bordes de los árboles. También  hay rascados, en húmedo y en seco, para añadir brillos y textura, algunas ramas y cosas así. El comportamiento del papel es excelente.
     La siguiente está pintada sobre papel de encolado normal. También admite esos rascados, aunque se pueden observar diferencias a la hora de trabajar, como un mayor margen de tiempo para fundir colores, y unos bordes ligeramente menos definidos, si eso es lo que se pretende, una de las cualidades que ofrecen todos los papeles de Garzapapel, permitiendo hacer muchas de las mezclas de color en el mismo soporte, dejándolas fundir. En acuarela una capa siempre es mejor que dos, y mucho mejor que tres. Se gana en trasnparencia y en matices.
    Las siguientes acuarelas están realizadas con papel de 300 gramos. Se percibe menos grano porque el tamaño es mayor, 50 cm de ancho. Las pruebas anteriores son la mitad de grandes. En ellas, especialmente en los cielos, se ha aprovechado esta cualidad de estos papeles de mantener la humedad algo más de tiempo que otros. Añadiendo pigmento diluido en algunas zonas, se mezcla el color añadido sin cortes, bordes ni coliflores, muy difíciles de cultivar en este papel, afortunadamente. Para algunas capas, unas nubes más oscuras, se ha dejado secar casi completamente, buscando nitidez en los bordes de algunas de ellas. Con el pincel húmedo, pero escurrido, se pueden suavizar eliminando pigmento, si eso es lo que se busca. Este papel ofrece tiempo para hacerlo.
   Además, estas tres acuarelas recogen vistas de los hermosos parajes del trayecto de Alcoy hacia Alicante, en un día primaveral bastante nuboso y caracolero, con nubes que rebosaban montaña abajo. Es la zona es donde se fabrica este papel. Donde se lleva fabricando más de mil años, como ya contaba en otra entrada anterior. Si por tradición es, ni Fabriano, ni Arches, Saunders ni nigún otro, les mojan la oreja. Ya decía que papel en inglés tiene nombre valenciano, (paper) que es donde lo compraban.


     La siguiente, una vista del Mugrón desde el cerro donde se encuentra la Cueva de la Vieja, en Alpera, Albacete. Esta vez se hizo sobre el papel de acuarela de 180 gramos. Como todos ellos, pero en este caso de forma más inexplicable, no se comba al mojarlo, sin ncesidad de tensarlo ni humedecerlo previamente. Tiene un noble comportamiento este papel.
    El mismo tema sobre Garzapapel para dibujo o plumilla, también de 180 gramos. Se ha hecho con tintas, mezcladas y diluidas con pincel de agua, aplicadas directamente con estilográficas o mojando el pincel en sus tajos.
   Con el mismo papel, dibujos a estilográfica y pincel de agua. Aunque tiene un grano suave característico de la casa, permite trazos ágiles con pluma o plumilla. Cuando se hacen con rapidez se pueden conseguir interesantes efectos de textura.


   Creo que ya he probado todos los papeles, menos el de 600 gramos, que no es de suponer que se diferencie mucho del de 500. También tengo que hacer unas pruebas dibujando a lápiz con algunos de ellos, de forma que nos queda faena.
   Resumiendo, para acuarela, el de 180 gramos puede ser suficiente para los trabajos reducidos, sin intentar abusar del papel que, como digo, no se deforma ni hace bolsas al mojarlo. El de 300 es el adecuado para los trabajos normales, sobre todo si el formato es más generoso. El de 500 ya es un verdadero lujo, que merece ser conocido y probado, con esas dos opciones de encolado normal o especial. El de 600 gramos queda pendiente.
   En los papeles, como en los demás materiales, interviene mucho el propio gusto y la forma de trabajar de cada uno. Para la mía, estos papeles de Garzapapel me resultan amigables, con un comportamiento noble que favorece mi pintura y alivian mis defectos. Como buen catacaldos, no quiere esto decir que renuncie a utilizar Arches o Fabriano cuando busque un grano especial, un papel más satinado o un secado más rápido.