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lunes, 19 de mayo de 2014

Acuarelas y dibujos de Andalucía I


    Observo que, aparte de mis habituales escapadas por tierras de Alicante y algunas más breves a pueblos de la provincia de Albacete, los viajes de los últimos años han sido siempre a Andalucía: Málaga, Granada, Almería, sucesivamente, y ahora Córdoba y Sevilla, pasando por Úbeda y Baeza, en Jaén. Algo tendrá el agua cuando la bendicen. La verdad es que tiene todo lo que me gusta: historia, paisaje, rincones, belleza, gastronomía y, algo no menos valioso: buen humor. Sólo por escuchar hablar a la gente, merece la pena ir. Música para los oídos. Para otro futuro viaje quedan Cádiz y Huelva. Nos pondremos a ahorrar.
    Resulta que uno de los fines de estos viajes es dibujar, pintar, realizar bocetos y apuntes, haciendo así acopio de fotos e ideas para nuevas acuarelas. Por ejemplo, todo lo que se muestra en esta entrada del blog, una parte de la producción de este corto viaje. Quedan unas 600 fotografías, que como recuerdo y documentación no están nada mal. 
   En esta escapada de unos pocos días, siempre insuficientes para tanto que ver, pues Úbeda y Baeza sin ir más lejos y que sólo vimos de paso en una mañana para las dos ciudades, ya merece un viaje aparte. Igual con Córdoba o Sevilla, que llevaría meses conocer a fondo. Se te saltan las lágrimas de ver los pueblos que van quedando a orillas de la carretera, a los que siempre promete uno volver. Al menos a la ida pasamos y nos detuvimos en La Carlota, una de las Nuevas Poblaciones fundadas en los reinos de Jaén, Córdoba y Sevilla por Carlos III y repobladas con inmigrantes alemanes, flamencos y suizos, junto con La Carolina, Olavide, Carboneros, Luisiana, Santa Elena, Navas de Tolosa, Guarromán y Aldeaquemada, entre otras, por cuyas cercanías también anduvimos. La emigración, como vemos, no siempre tiene unas mismas rutas y direcciones, algo que a nadie convendría olvidar. En este caso, la mafia que los embarcaba era el bávaro Türriegel, que cobraba de las arcas del reino un tanto por colono, atendiendo a las demandas de Pedro de Olavide, promotor y encargado de la repoblación de estos desiertos. La vuelta fue por Despeñaperros, que se supera volando por túneles y altos viaductos que  ahorran tiempo, cuestas y peligros. Me refiero a los del tráfico, pues los antiguos bandoleros de estos parajes, como los de Sierra Morena, se sientan hoy en día en ciertos consejos de administración y en el Consejo de Ministros.
   Pedro de Olavide también inmigró desde Perú, muerta su familia en el terremoto que destruyó Lima en 1746. La verdad es que tuvo que salir huyendo de allí lleno de deudas, cuyas culpas echaba al muerto. Y me refiero a su señor padre. También por gastarse en contruir un teatro una parte de los fondos procedentes de
los bienes de los fallecidos, que le habían encomendado administrar para acometer las obras de reconstrucción. Buen pájaro era el tal Olavide. Al final fue perseguido y condenado por la Inquisición y tuvo que hacer las maletas e irse a Francia. No sé si la inquisitorial inquina vendría de que los dineros para financiar las Nuevas Poblaciones provenían en parte de los bienes incautados a los jesuitas en la desamortización, tal vez, por importar libros de dudosa doctrina o, más bien, por sostener veintiséis proposiciones heréticas, tales como defender a Copérnico o prohibir que las campanas tocaran a muerto en el imperio. Con tantas bajas como la peste provocaba en esos momentos, se iban a abatir los ánimos de la población superviviente. ¡Qué tiempos!
    Tanto estas Nuevas poblaciones como la fábrica de Tabacos de Sevilla, me interesaban especialmente por ser escenario de algunos de los capítulos de mi inconclusa narración  sobre el convento de San Odón de la Muela, que retomaré en cuanto tenga tiempo, interpretando a mi manera los eventos de la época ilustrada.
 
   Como ya he dicho, el primer café y el primer paseo, en Úbeda, sobre las 9 de la mañana, que las del alba serían cuando salimos de viaje. La segunda parada, en Baeza, a tomar algo más sólido. Tras concluir que era ofender a estas dos ciudades, Patrimonio de la Humanidad, el dedicarles tan poco tiempo, hicimos un dibujo de un pino, nos inventamos los edificios del fondo, tapados por los coches y camiones que nos ocultaban los que de verdad había, sin duda más hermosos, y nos prometimos volver de nuevo a ver las renacentistas Úbeda y Baeza como se merecen.

CÓRDOBA

   Llegamos a Córdoba con toda la fuerza del sol  y dejamos el coche a escasos metros de la Mezquita, haciendo verdad el dicho que reza "tienes más suerte que un quebrado", pues quebrado estoy, de la pata derecha por más señas. Ello me permite dejar la diligencia en los espacios que las ordenanzas nos reservan a cojos y tullidos en lugares estratégicos. Si lo llego a saber me quedo cojo antes. Aunque, bien pensado, mejor no. De forma que maleta en mano nos dirigimos al hotel, justo enfrente de la Mezquita. Pasamos por el Palacio episcopal, y me paro a pensar que tiene cuajo que el señor obispo de Córdoba, cuando se asome a la ventana de su palacio, tenga una mezquita como inevitable visión. Tendrá que levantar la cabeza para ver la torre de la catedral cristiana incrustada en medio de tal maravilla levantada por los infieles. Infieles para ellos, pues para los musulmanes, lógicamente, los infieles somos nosotros. 
   Me asombra la carestía secular de solares que ha obligado a emplazar las iglesias sobre las mezquitas que previamente se habían levantado sobre los escombros de las iglesias visigodas que, a su vez, se habían edificado con las piedras de los templos romanos arrasados, construidos sobre viejos santuarios iberos o fenicios. Seguramente eran lugares de culto desde cuando el mundo es mundo. Las religiones han sido el origen de la existencia y de la destrucción de muchas maravillas, y de millones de vidas todavía más maravillosas, y mi modesto entender no alcanza a comprender cómo un hermoso y antiguo edificio puede ser tenido como hostil a la propia fe. A mi escaso juicio, tanto esta catedral como el palacio renacentista realquilado en la Alhambra, son obras arquitectónicas sublimes, monumentos de primer orden, pero que deberían haberse contruido en otro lugar, sin demoler otros para mi más hermosos, más escasos y obviamente más antiguos. Levantados en tal lugar, mutilando parte de estas joyas únicas, lo siento, pero los considero un pegote por el que paso de largo. Y merecen ser vistos.
 
   Apartando japoneses llegamos a la oficina de turismo, metros después del obispado ya reseñado. Un patio encantador, donde hay mesas, sillas, sombrillas, olivas, cervezas y más japoneses con sus cámaras. Clic, clic, clic... Un remanso de paz que aprovechamos para descansar, reponer fuerzas e informarnos. De paso hacemos el dibujo anterior, con estilográfica caligráfica sobre papel galgo verjurado de 200 gramos, que junto con unas bolsas de Garzapapel de 180 gr. de 14x20, es lo que llevamos en el bolso para tales menesteres. De ahí al hotel, a pocos metros, a darnos el gusto de dormir la siesta un ratito, que el día es muy largo, a pocos metros frente a la Mezquita, que se ve desde las ventanas de la habitación. Seguro que soñé con patios con fuentes en un palacio de las mil y una noches, aunque no consigo recordarlo.
    Ya repuestos, salimos a la tarde cordobesa, derechos a ver algunos patios llenos de flores, pues es la semana de los patios.  Cruzamos el barrio judío, saliendo por la puerta de Almodóvar, hacia San Basilio, donde hay una especial concentración de patios que merece la pena visitar. Patios, calles, plazas y rincones, pues Córdoba no tiene desperdicio. No puedo evitar pararme a hacer otro dibujillo: 

 No sólo los patios, pues calles, fachadas y balcones están llenos de macetas azules de las que cuelgan geranios y otras flores que llenan de color el recorrido. Vamos haciendo fotos que sirven para hacer otros dibujos, que más tarde se colorean con acuarela.
   En el barrio de San Basilio, nuevo descanso, que madre no hay más que una, pero piernas no hay más que dos, y no muy poderosas en mi caso. Voy alternando cervezas, aguas minerales y cafés en estas paradas que hago en las terrazas de las placetas y rincones que salen al paso, pues dudo si es mejor estar nervioso o mareado. Este dibujo, calles Postrera y En medio, también con pluma estilográfica, china de tajo torcido con tinta carbón de Platinum, sobre Garzapapel de acuarela, de 180 gramos. Una maravilla de plaza y de papel.
   Mi santa me abandona para visitar otros patios mientras yo hago el dibujo anterior. De sus fotos, en otro momento, hago un dibujo con los mismos materiales, que posteriormente me recreo en colorear con la cajita de acuarelas que llevo en el bolso. Se muestra el antes y el desps:
     A la mañana siguiente muy temprano, tomando el primer café en el patio del hotel ya planeé dibujar lo que se ve en este otro apunte, que hice al volver de la Mezquita, no con el café. Se estaba allí que daba gloria, pero queríamos entrar en la Mezquita a las 8, antes de la invasión japonesa, para poder ver alguna columna. Luego lo colorearé y lo pondré multicolor en la siguiente entrada, cuando os cuente la visita a la Mezquita y algunos dibujos y andanzas por Córdoba y Sevilla.  

 SEVILLA

 De Córdoba a Sevilla, y no me voy a poner aquí a contar la historia de Sevilla ni a describir sus bellezas, que muchas tiene. Me falta ciencia y espacio para tales propósitos. Me detengo en las jacarandas, árboles de encanto que abundan en Sevilla, igual que las mimosas —o sensitivas— de hojas huidizas y colores variados. Una maravilla de árboles para no desentonar con el entorno. Como en la acuarela siguiente:
   La siguiente acuarelilla que sigue se hizo sentado en un banco, con agua de un estanque, que fuente no la había en el parque desde donde dibujaba tan hermosa perspectiva, también adornada de jacarandas. Voy a tener que incluir en el kit de pintura una petaca de ginebra seca o de cognac como los acuarelistas ingleses de antaño, a ver si consigo similares tonos. No para beber, que me da ardor. Al fondo las torres de la Plaza de España, en el Parque de María Luisa, construida para la Exposición Iberoamericana de 1929. La primera piedra fue puesta por Alfonso XIII, pero una nada más, que eso cansa mucho y ensucia las manos. De las demás, que son las que más mérito tienen, desconocen los historiadores quiénes las fueron poniendo. Subido el rey a la torre, mohíno y disgustado al ver que se habían levantado edificios de cinco, incluso seis pisos, dejó dicho que no se construyeran edificios altos que compitieran con las bellezas de la ciudad, y menos que taparan su vista. Ni puto caso, en términos científicos.
   Lo de la exposición iberoamericana tal vez fuera una excusa siendo la realidad que, con gran visión de futuro, se construyera para servir de decorado al rodaje de Lawrence de Arabia, Star Wars II y otras películas como El dictador o El viento y el león, con Sean Connery.
      El dibujo siguiente se hizo frente al hotel Alfonso XIII, mientras refrescábamos el gaznate en un bar frontero. De tal apunte y de unas fotos que desde allí hicimos sale la acuarela que inicia la entrada. Fue el trabajo que nos ocupó el día de ayer.
 

viernes, 16 de mayo de 2014

EXPOSICIÓN DE ACUARELAS


Epístola dirigida a mis amistades como invitación a la inauguración de mi exposición:


Queridos hermanos.

    Como ya os venía amenazando, a las 8 de la tarde del próximo 22 del mes corriente, día de San Basilisco de Comana, San Lupo de Limoges, de la beata Humildad de Faenza, de Santa Quiteria y de Santa Rita, patrona de los imposibles, se inaugurará, Dios mediante,  la exposición de mis acuarelas y tintas, para conmemorar así la victoria de las tropas cristianas en la batalla de las Navas de Tolosa, el 16 de julio de 1212.

   Culpables de tamaño atrevimiento son, dejando aparte mi ya acreditada osadía en otras artes, Hortensia y Antonio, de la Casa Vieja y la Casa del Pintor, que me han animado a colgar mis acuarelas en las paredes de la primera de esas casas, en Blasco Ibáñez, 9. Si se os ocurre pensar que el jueves 22 de mayo a las 8 de la tarde tenéis algo más importante que hacer, estáis equivocados, hermanos.

   Auspiciado por la mentada beata Humildad de Faenza, allí se podrán ver algunos de mis dibujos y acuarelas, pues con humildad se muestran, si es que tal virtud es compatible con el arte. Quien algo hace, solo por considerarlo merecedor de ser escuchado, contemplado o leído por los demás, ya está más cerca de la soberbia que de la modestia, pues nadie mostraría aquello que le llegue a producir más vergüenza que satisfacción, incluso un cierto orgullo. Este es el caso, pues lo que llegas a crear o a interpretar debe medirse con lo que uno mismo era capaz de hacer anteriormente, no con lo que hacen los demás. De otra forma, escuchar a Mozart o admirar a Velázquez sería paralizante para un artista con criterio.

   Después de mi retiro, que me brinda la ocasión y el tiempo para cambiar las tizas por los pinceles y las guitarras, mi trabajo con el dibujo y la pintura es más asiduo y reflexivo, lo que viene a significar que es mejor, pues todo es cuestión de estudio y trabajo. Los títulos de mis acuarelas son redundantes. Si “Árbol” se titula la obra, en ella se encontrará un árbol reconocible. Es figurativa mi pintura, y por tanto no es imprescindible explicarla, que sí justificarla. Otro caso sería si nada reconocible se pusiera ante los ojos del público, pues nada habría que justificar, sino endosarle al espectador la causa de la ininteligibilidad del mensaje, a su ignorancia y falta de sensibilidad. La duda y el temor de parecer obtuso acallaría algunas críticas. Cuesta admitir que uno no entiende nada, hasta que llegas con el tiempo a descubrir que, en ciertos casos, nada había que entender. La abstracción, en algunos acreditados ejemplos de esclerosis facial, puede tener esos peligros, como el realismo excesivo tiene los suyos. Figuración temperada, no excesivamente fiel a la realidad, tanto más lograda cuanto más sugiera y menos muestre. Esa es mi intención y mi meta, alcanzada en la medida en que hemos sido capaces de renunciar al detalle irrelevante en favor de sugerencia y la impresión.

    La medida justa, el  nivel de acercamiento a la realidad, la tensión entre síntesis y realismo, entre detalle y sugerencia, no creo poder expresarlo mejor que W.L. Judson, en su obra "The building of a picture", (Sanderson Publishing Company. Los Angeles & San Francisco, 1902):
    Traduzco: "Cuando una pintura es trabajada hasta sus últimos detalles, su historia está definitivamente contada hasta la última palabra. Su encanto pronto se agota, porque no tiene nada más que decir. Ofende el amor propio, como el narrador que insiste en explicar sus chistes".

    Vistos los propósitos, expliquemos los motivos. Mi acercamiento a la escritura, el dibujo y la pintura, y no en escasa proporción, viene motivado por el amor a los materiales que se utilizan. Me cito a mí mismo, a unos párrafos de una entrada de mi blog dedicada a papeles, cuadernos y journals: …”Verdad es que ya tengo más blocs, travel books, journals y atados de papeles varios que imaginación y tiempo para llenarlos. Hay quienes escriben o pintan, según nos explican, para dar salida a lo que dentro llevan ya que, de no hacerlo, sus nonatas invenciones pujando por ver la luz, harían reventar sus organismos con gran estropicio y menoscabo de la pulcritud de su entorno.

   Mi caso es más prosaico y banal. No es más que la sensual búsqueda y querencia al contacto con exquisitos papeles, libros maravillosos, tintas diversas, bellas estilográficas o antiguas plumillas, para olfatear los aromas de sus tintas, o de las colas de sus encuadernaciones, de sentir el suave tacto de las fibras del papel,  escuchar cómo la plumilla rasca en el Galgo verjurado color marfil o, por el contrario, sentir la suavidad de la Montblanc deslizarse silenciosa por un papel de Clairefontaine.
    […] ¿Cuántas obras han venido a este mundo por dar salida no a irrefrenables impulsos creativos, sino a dos resmas de papel Arches que, avariciosos, hemos llegado a almacenar? A mí lo que me gusta es comprarme los pinceles y los tubos de pintura, los papeles —¡Ay, qué bonito es ese bloc!—, el arcoíris de tintas, las cajas de acuarelas…. Luego, por vergüenza torera, uno se dice: —Voy a tener que ir pintando algo. O bien, llega a reflexiones del tipo —Sería nefasto que mis biógrafos encontraran en ese journal, que parece el Libro de Wells, textos como “Del Mercadona: pan, cervezas, tomates, latas de atún, café…” Horrible para mi prestigio en construcción. Hay que alumbrar algo acorde con la prestancia del soporte.”

   Fijados lugar, fecha y hora, explicados motivos e intenciones y advertidos acerca de lo que allí podréis contemplar, termino, hermanos, incrustando aquí el cartel con la invitación a la exposición.

   Un abrazo.
   Pepe Garrido





miércoles, 7 de mayo de 2014

Acuarelas de mayo - ALICANTE


    Recurriendo a apuntes y fotografías de algunos de los cientos de temas que merecen ser pintados en la ruta desde Alcoy a Alicante, recorrido que hago con cierta frecuencia, he hecho algunas acuarelas y pruebas. Es la primera una acuarela de 56 x 37 cm. recogiendo una vista hacia Alcoy desde Guadalest. De este último lugar también habrá que pintar algo, que tiene tema. Una maravilla. Además allí compré una miel excelente de azahar y otra de limón. Me viene a la cabeza porque, en algunas fórmulas de elaborar los pigmentos, se utiliza la miel como ingrediente, las Sennelier sin ir más lejos, que se han usado en esta pintura. El azul cerúleo, menos cubriente y pinturero que en otras marcas y los amarillos y ocres, bastante intensos y agradables. Los verdes salen de las mezclas con los azules utilizados (ultramar e índigo, también de Sennelier) y el verde de jade de Daniel Smith, que me encanta.
   Habrá que probar a añadir más miel a algunos pigmentos a ver qué pasa. Con seguridad dulcificará los tonos, algo solo perceptible al lamer la acuarela. Tal vez añada brillo o acudan las moscas y me quede una obra tipo Damien Hirst, Dios no lo permita. No sé, no sé...
   Es la anterior una libre interpretación de una, hasta hace poco, hermosa plaza de Alicante. La dedicada al doctor Balmis, que me pilla al paso cuando voy a la Decoradora a reponer algunas cosas. Digo libre porque me he centrado en el trencadis que ofrece un cromatismo maravilloso, aunque no se ajusta a la realidad, ya que lo que aquí se muestra como un muro, en realidad cierra un espacio más o menos rectangular. No se molesten en ir a comprobarlo a esta plaza pues hace un par de meses que han arramblado con ella para conseguir un espacio más diáfano, es decir, algo horrible y menos acogedor. Por lo que leo, eso es lo que se pretendía, hacerlo inhóspito para ahuyentar gentes de mal vivir que allí se acomodaban. Tal vez se debería haber contemplado la posibilidad de solucionar el problema poniendo los medios para que las gentes de mal vivir vivan mejor, en lugar de labrar el bancal y asolar algo tan hermoso. En un hilo sobre el tema en facebook compruebo atónito que esta ocurrencia es frecuente entre los munícipes nacionales y los de allende la mar acéana. Se devastan ciertos espacios acogedores para que dejen de acoger a gentes de moral distraída o que son considerados molestos y sospechosos por vecinos, comerciantes o ediles. Incluso se han hecho rodajas árboles centenarios porque servían de parapeto a descuideros y carteristas. Deberían de tener en cuenta las autoridades que tanto velan por nuestra seguridad que, en la mayoría de los países, los ciudadanos ya salimos de casa robados. Por ellos y por los bancos, corporaciones y monopolios que con sus leyes amparan, mientras los dirigentes de las mismas les mullen y preparan los sillones que en los consejos de administración les aguardan para cuando abandonen la cosa pública. A su suerte.
   Ya había hecho anteriormente una aguada con tinta china sobre ese mismo lugar. Y no va a ser lo último que haga sobre esa desaparecida plaza. Bueno, la plaza en realidad no ha desaparecido, pero ha quedado diáfana. Una columna sostiene en ella el busto del doctor don Francisco Javier Balmis y Berenguer, cirujano de la corte de Carlos IV, nacido en Alicante en 1753. Este benemérito personaje promovió y realizó la expedición Balmis, para llevar la vacuna de la viruela a América, desde el sur de Estados Unidos hasta el cabo de Hornos, Filipinas y, ya puestos, a Cantón y Macao. A la vuelta de tan largo periplo, aún le quedaba vacuna y humanidad para dispensarla en Santa Elena, a pesar de que, siendo territorio británico, no tenían cartilla de la seguridad social. Pero eran otros tiempos. No se merecía que le destrozaran su plaza. También sería interesante saber cuántas calles y plazas tiene dedicadas en el mundo este bendito señor, que se jugó su propia vida para salvar millones de vidas ajenas. No es la gratitud y el recuerdo algo que abunde, por lo que me temo que muy pocos bichoznos saben que están en el mundo gracias a que, para vacunar a sus desconocidos trastatarabuelos que vivían a miles de millas, este cirujano de la corte de Carlos IV, abandonando lujos y comodidades, se lanzó al mar desde La Coruña a bordo del María Pita con tan noble misión. Por eso le voy a pintar a su antigua y derruida plaza otra acuarela mejor. ¡Por estas que son cruces!
   Esta fue la primera expedición internacional sanitaria de la historia, en un momento de especial virulencia de la viruela, si se me permite el juego de palabras. Descubierta la vacuna en 1796 por el inglés Edward Jenner, que publica su descubrimiento en 1798, ya en 1803 se lleva a cabo esta expedición para vacunar masivamente a los pobladores de todo el Imperio español, además de obligar por una real cédula a dedicar una sala en todos los hospitales a mantener la vacuna. Como esta expedición tiene su punto surrealista, conviene conocerla mejor. Por ejemplo en este enlace.
   Torre de Penella, en el término de Cocentaina, en la misma ruta por las cercanías de Alcoy. Hermoso lugar y hemoso recorrido, sobre todo en primavera, cuando los almendros están en flor. De unas fotos de esos parajes y momentos sale la siguiente, en la que no le he hecho ascos a terminar con unas pinceladas de tinta china blanca, que queda más natural que las reservas con líquido enmascarador, aunque sea este último un recurso —o truco— mejor visto en el gremio que el pigmento cubriente. Con llamarle técnica mixta se soluciona el problema.