El dibujo anterior se hizo con un bolígrafo Bic azul, porque no tenía a mano otra cosa para estrenar un cuaderno que me acababa de comprar en el rastro "El Cisne", entre Benidorm y Alfaz del Pi, donde suelo ir siempre que puedo. Cuando venden estos cuadernos, con tapas de piel y papeles gruesos y raros, no puedo resistir a comprarme uno. Mientras escuchaba música en vivo y tomaba una pinta, hice el dibujo.
Ese es el cuaderno. Ya con toda la artillería gráfica, hice este otro dibujo sobre unos pinos al final de la duna de La Marina, en Alicante. Estoy probando a dibujar con varias tintas a la vez, porque una vez extendida la tinta de una primera capa, las sucesivas no reaccionan igual. Me está resultando complicado calibrar cuánta tinta poner, pues unas son mucho más cubrientes que otras.
Al final, al extender las tintas se lleva uno una sorpresa, en este caso desagradable, pues se emborrona demasiado. Recurriendo a lejía diluida y a capas transparentes de acaurela azul ultramar, separo un poco los planos, oscurezco algunas zonas y pongo algunos detalles. Todo es inútil. Pero eso es lo que hay. La dejo aquí como penitencia, para evitar tal error en sucesivos intentos.
El siguiente dibujo, un bosque imaginario con tinta china de barra y pincel, se hizo reutilizando un papel de acuarela, pues el primer dibujo, unas flores, tampoco quedaron como quería. Es de 300 gramos, de Garzapapel. Lo metí en el lavabo y lo lavé, borrando casi completamente la pintura anterior, Por eso se ven unos tonos cálidos a la izquierda y azulados a la derecha como tenue fondo. Esto es maltratar el papel, pues al frotar me imagino que cambiará el comportamiento de la superficie, pero no se ha portado mal. Una barbaridad.
Aunque uno de los secretos de hacer las cosas bien es no enseñar las que salen mal, que suelen ser muchas, cuando se aprende algo de los errores, es conveniente no tirarlas, sino estudiar detenidamente para ver en qué nos hemos equivocado, única manera de la vez siguiente salga mejor. En Moraira, hace unos meses, estaba muy a gusto en la orilla de la playa dibujando el paisaje y tomando un refresco. Me quedé hasta el atardecer, hice fotos, unos bocetos y, en definitiva, pasé un rato de lo más agradable.
Lo que veía desde allí, aunque la luz y el color cambiaba por momentos, con el sol ya muy bajo, era esta maravilla:
Lo primero que hice, con pluma estilográfica china, de esas con la punta vuelta hacia arriba que hace trazos de distintos grosores y tinta negra normal, creo que Lamy, fue el dibujo siguiente. Se ve que tiene demasiada tinta, por lo que al extenderla se pierden detalles y matices. Vamos, que se acaba echando a perder el dibujo que había hecho con tanto mimo:
Solución: hacer en casa otro nuevo dibujo, menos elaborado, con menos líneas y con tinta indeleble. En este caso Platinum Carbon ink cargada en una Lamy Safary. Una vez seca, se añaden baños grises diluidos y queda bastante mejor que con el sistema anterior. Al menos, eso me parece a mi. Aunque se hizo más tarde, fijándome en las sombras del primero, pongo la misma hora en este dibujo, para hacerme una idea de la luz que había en el momento en que se pintó, cosa importante.
De las fotos tomadas en la ocasión, también hecho en casa más tarde, un boceto en acuarela de la maceta con geranios que tenía delante mientras pintaba el paisaje. Día completo. Acuarelas en pastilla sobre cuaderno de papel Fabriano de 300 gramos.